-14-
A
1gunos estraviaclos pn blicistas, derrotados en el
terreno teológico, han pretenclido legitima r la ingeren–
cia de los Gobier nos en la eleccion de Obispos, deri –
vándola ele la soberanía nacional. .;Acaso no eran So–
beranos lngítimos, investirlos de tocios los derechos de
]a sobc>ranía, los Cf>san::s del Impe rio romano, los Nero–
nes
y
los Dioclecianos? lo eran, indudablemente; y co–
mo tales, fu eron rrconoci clos por e l nJi smo Jesucristo
y
por sus Apóstol es, siendo esta la causa de que el Di–
vino Redentor recomendase
dar
á
Cesar lo que es de
César,
(
l)
y
reconociese en su Juez el derecho de vi·
-da
y
muerte;
(2)
de qu e San Pr:tblo (reinando en–
tonces N eron) recome ndase:
.fier? obsecrationes, ora-
tiones.
... ...
...p ro R egibus et omnibus qui in
s~tblimitate
·
sunt ut quietam et tra.nquillam vitam agamus
(3); (es
decir, para que no nos molesten)
y
de que , e n fin , San
Pedro prescribiese la suj eeion y obediencia
á
los Reyes
y
á
los que mandan , puestos por voluntad cle Dios en
este mundo, para castiga r
á
los malos
y
defend e r
á
los
buenos,
ad vindictam male:factorum, laudem veTo bono·
r um
(4).
Supuesto este prin c ipio, acerca del cual no puede
caber duda al g un a, forzoso es admiti r que, si verda-
' deramente la ingerencia de los Gobi e rnos en la elec–
cion ele los Obi spos es un
de1
echo inherente
á
la
soberanía nacional, el Divino Fundador de la Iglesia
Católica, los Ap6stoles
y
los prime ros operarios evan–
géli cos debi eron, no solo arreglar su eonclucta en con–
formid ad con el pretendirlo de recho de los Soberanos
temporales, sino tambi en dejar algu na enseña117.a doc·
trina), que tuviese c ierta relacion, mas
ó
menos ex–
plícita, con dicha prerogativa de los Gobiernos.-Aho·
ra bien; consúltese la historia
y,
no solo no se e ncon-
(1 ) S. Mateo, cap. 22.
v.
2t.
(2) S.
Ju&n, cap. 19, v. 10.
_(3 ) ..... .
que se hagan súplicas, oraciones.... .... ....pbr los
reyes~y
por todos los constituidos en alto puesto,
á
fin de que tengamos una
vida quieta
y
tranquila. Ep. I de S, Pablo
á
Timoteo, cap. 2. v.
l.
(4) .. . ... para castigo de los maihechores, y alabanza
y
premio
de los buenos. Ep.
l.
de S. Pedro, cap. 2, v. 14.
•
/