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tar principios anatematizaclos por la Iglesia y ele in–
currir" en el cisma ó en la herijia.
L éanse de principio á fin los Sagrados Evangelios
y cítese, si es posiblfl, un solo texto , una sola palabra,
un hecho cualquie ra de N . S. Jesucristo, de l cual pue–
da, en alguna man era, deducirse el de recho soste ni–
do por los regalistas. Habló, sí, e l Divino Maestro de
dar
:á
César
lo
que es de Césat·,
(1)
cuando se prf'sen–
tó la cuestion de los tribu tos , mas, nuocn, cuando se
trataba de l rég imen él e su Iglt>siFt. Y ,-si habl ó en es–
tas oca siones de los Rey f' s y rle los P rín ci p<.>s, no fué,
ciertamente, para otorga rl es derechos en el gobierno
de la Jgl esia, sino para prevenir
á
sus di scípulos con–
tra sus asechamms;
_et ad P rcesides et ad R eges du–
cemini propter me
. . .. . .... .. .
Cum autem tradent vos
nolite cogitare quomodo aut quid loquamini
(:.!).
Lle–
nos los A póstoles del espíritu rle su Divi no Maes–
tro y clecict iclos á poner (in práct ica las saludables en–
señanzas que habiRn recibido, se repart ie ron por toda
,
la tierra y, sin pedi r permiso, ni
á
los Reyes, ni á
los Emperadores, fun daron I glesias, donde pudieron,
eligieron é institüye1:on Obispos y, cuando encontra–
ron resistencias en las autoridaoes huma nas , no se
amedrt>n taron, ni vo lvie ron at ras, sostenidos por
el
pre–
cepto divino:-
obedire oportet Deo magis q1tam h¡omi–
nibu8
(3). Lo mi smo se verificó en las épocas que si–
gui e ron;
y
si hubo alguna variacion,
r~s pe cto
á la dis–
ciplina obse rvada
~ ~~
la e leccion de Obispos, especial·
m f' nle para comprobar la idoneidad
y
suficiencia de
los promovendos, jamás fu eron alterados los princi–
pios, c¡ue, por ord enacion divina,
dt~ ben
rPgir en esta
matP.ria ; nunca, en una palabra, fué admitido que los
Gobi~rnos
temporales tuviesen, por sí, eJ·derecho d!i
mezclarse en la eleccion de los Obispos.
(1 ) S. :Mateo, cap. 22, v. 21.
(2) Y por mi causa sereis conducidos ante los gobernadores
y
loa
R eyes .......... .. ... si bien cuando os hicier en comparecer, no os
dé cuidado el como 6 lo que habeis de hablar. S. Mateo, cap. 10, v,
18
y
19.
t
3) Es
neces~rio
obedecer·
á
DioR, antes que
á
los hombres. ArJ–
tos de los apóstolee, cap. 5, v. 29.