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ventajas que
á
la juventud reportan son de un valor ines–
timable. La juventud es la época de la vida en que se
m ira el mundo á través de un prisma que Jo presenta
con Jos más bellos coloridos. La ardiente imaginación
del joven se forja las más bellas ilusiones. Jos más atre–
vidos
en su eño~,
hasta que de pronto un suceso inespera–
do, el rudo golpe de una desgracia, le muestran el mun–
do tal cual es en la realidad.
Las Conferencias de San Vicente contrarrestan esas
bellas ilusiones, esos atrevidos ensueños, ese fa lso con–
cepto del mundo. Presentando al j oven
el
espectáculo
d e la miseria
y
de la desgracia, haciéndole palpar las fu–
nestas consecuencias del vicio
y
los veleidosos cambios
de la fortuna, á la vez que le hacl-"n adquirir una expe–
ri encia de la vida, que otros sólo a lcanzan al fin de la jor–
nada, les inspira un tan profundo horror al vicio que es
muy difícil que ·caigan en él los que en sus primeros años
han practicado en esta Sociedad la más g rande, la más
pura, la más sublime de las virtudes.
La caridad guiando á la juventud por la escabrosa sen–
da ele la vida, la ju ventud siguiendo á la caridad por la
senda escabrosa del dolor y de la miseria, la fe alum–
brand o á la caridad y á la juventud: hé ahí en síntesis,
seño res, las conferencias de San Vicente de Paú!.
III
La instrucción del pueblo es, señores, condición im–
portantísima para el progreso de un a nación; aq uel país
en el que tod os sus habitantes tienen la instrucción ne–
cesaria para poder cumplir su misión en el mundo, para
ser ciud adanos útiles á la patria, puede considerarse en
posesión del elemento más necesario para llegar á un al·
to grado de bienestar
y
progreso. Por eso vemos que las
naciones más civilizadas
y
poderosas dedican ingentes
sumas de dinero á la instrucción gratuita de las clases in–
feriores de la sociedad.
Pero no basta instruir al hombre; es menester educar–
lo. Poco se obtiene en el orden moral culti vando sola–
mente su inteligencia; podrá hacerse de él un sabio; su
corazón será el juguete de las pasiones.
y
una vez que
éstas dominen en aquél arrastran inevitablemente á la