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f.t

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THATA.DO OCTA.VO

teriormcnle; defiéndeme de mis enemigos, qne me ponen asechan–

zas, y me arman lanzas para cojerme; vayan lejos de tu presencia,

para que siendo ' de tí fortalecitla, te alcance en tu reino, adonde

no

ya

encubierta como ahora , sino rostro

á

rostro te tengo de ver,

y gozar, y me hartarás de tí con maravillosa hartura, para que no

tenga hambre, ni sed jamás sino de tí, que satisfaces

á

los tuyos,

y dejas hambrientos

á

los hijos de este siglo.

Ya se acerca para enriquecerte con el Don preciosísimo de sn

heatísima Divinidad, de su alma Santísima, de su cuerpo glorioso

y

de su preciosa Sangre. Sal

á

recibirle con algun presente; ¿pero

qué te ofreceré, buen Jesus, qué necesidad tiene de mí quien todo

lo tiene? ,Si te doy

á

mi todo ¿qué es eso? Si tuviera mil mundos,

y los dejara por tu amor, si tuviera mil vidas

y

cuantas ha habido,

y habrá en el mundo

y

lns diera por tí, ¿qué fuera en comparacion

de este beneficio? Si me pides solo el corazon, como sueles , no

me atrevo

á

ofrecértelo, que está inmundo, helado, áspero y des–

abritlo. Pero si con tollo eso lo quieres, no te lo puedo negar: yo

te lo doy de muy buena gana: lüvalo con tu Sangre, inflámalo con

el incendio de tu amor, hahlándalo con el óleo de tn gracia

y

mi–

sericordia; entlúlzalo con la dulzura y suavitlad de este Sacramen–

to, para que limpio, inílamado, blando y dulce recibas mi corazon

y

me des el tuyo. Hecíbeme

á

mí tal cual soy, pues

Le

me das

á

mí, siendo quien eres, y no quieres mas de mí, que

á

mí. Toma

con mi corazon todo mi amor, y dame el tuyo, para que :isí como

me lo das á mí, siendo infinito, p11e<la yo ofrecer á tu Eterno

Padre por es ta merced, amor tambien infinito .

Espántanse san Ambrosio y san Agustin, que tú mi Dios, no

tuvieses asco, ui horror de encerrarte en el

viL~ntre

de uoa donce–

lla mas pura que los ánge les , •mas limpia que las estrell as, mas

clara y resplanJeciente que el sol , pareciemlo les aquel estrecho

aposento para tu grandeza y l\I::ijcstall: y que yo me admire, asom–

bre y eleve <le ver que tú, no solo no tengas asco, ni horror tle

aposentarte en este mi pech0, lleno de mil imperfecciones y mise–

rias, y manchado con pecados, si uo c¡uc lo pretendas, que lo pi–

da s , r1ue lo desees: ¡oh boudatl infi.nita

!