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'fRA.TADO OCTAVO
ranza , tu hermosura, tus riquezas, tu santidad , tu paciencia , tu
justicia, bondad y misericordia. Y para que en todas mis acciones
no busque mi honra , sino la tuya.
VENGA A NOS EL TU REINO.
Reina siempre en
rrii
corazon ·, Rey mio, que yo te lo ofrezco
de muy hueiia gana, porque es tuyo, porque
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tengo otro dueiio,
porque el demonio no reine en él, ni el espíritu inmundo, ni la car–
ne, que es contraria del espíritu bueno, ni el amor del mundo, y
mucho menos el pecado que te puso en la Cruz.
HÁGASE TU VOLUNTAD' ASI '"EN LA TIERRA' COMO EN EL
crnw.
Enséñame, Señor, á hacer tu santa voluntad en todo lugar, en
todo tiempo y en toda ocasion con alegría, con prontitud, con gus–
to; como lo hacen todos los espíritus bienaventurados. Y pues que
tú hiciste la voluntad de tu Padrn, obedeciéndole bjsta la muerte y
muerte <le Cruz, por librarme de mal : obedézcale yo por mi bien
y
por tu gusto, aunque muern en la demanda, mortificando mi pro–
pia voluntad, por conformarla en todo con la tuya.
EL PAN NUESTRO DE CADA DIA, DÁNOSLE HOY.
Suplícote, Dios mio, c¡ue me des un encendido deseo de este
divino manjar, de este pan de los ángeles, de este Santísimo Sa–
cramento, que tenga gusto en recibirlo
á
menudo, y que lrnga un
precioso relicario dentro de mi pecho en que ponerlo. Purifica mi
lengua para tocarlo, enciende mi voluntad para quererlo,
y
aviva
mi
fe
para creer mejo1· que si la viera' que tengo en mi pecho'
y
que con tu Carne y Sangre sustentas
y
regalas ·este siervo inútil, in–
digno y miserable.