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THATADO CUARTO
rcconcilicis con
el
amor que pide vuestro estado , haciendo cada
uno de su parte con el otro, lo que desea se haga consigo mismo:
pasaron por su sentencia, obe<leciérnnle,
y
vivieron en paz de allí
'
adelante , no cesando de alabar
:í
Dios,
y
la prudencia de su Prín–
cipe;
y
yo tambien la alabo por cie1to, porque el mejor juez árbi–
tro
y
tercern entre marido
y
mujer, son ellos mismos,
y
el amor
y
respeto, que como
a
consortes se deben tener ahogando en este
amor,
y
en el de Dios, las razones que tuviernn de enfado
y
pesa–
dumbre:
y
para que esto se haga mejo1· , les diré yo á él y
á
ella
lo que deben hacer para cumplir con sus obligaciones, y obre Dios,
hablándoles al corazon con mis palabras,
y
consejos, pues callan–
do él, dá espíritu, mueve los corazones, aficiona las voluntades,
rinde los juicios, ofrece saludables medios de'" paz, y los ayuda
á
cumplir con su gracia. La casa, y la hacienda de los padres se he–
redan; pero la buena mujer viene de la mano de Dios: si él no te
la dió, si la elegiste tú con amo1· sensual, por se1· hermosa , ó tus
padres te la dieron llevados del interés,
ó
vanidad por ser ella mas
rica , ó nohle que tú ,
y
por esta desigualclad no acertaste; señora
llevaste á tu casa, no muger;
y
bien sé que te será carga tan pe–
sada, que no podrán sufrirla tus hombros, ni tus fuerzas llevar el
dolo1· de tal desacierto que dura al peso de la vida, si no mejora la
suerte de amhos tu cordma.
¿Dime, tienes mujer Íll<'ra ele tu gusto? ¿Mal acondicionada,
parlera , habladora , colérica, airada , soberbia, presuntuosa, libre,
celosa, amiga de salir con la suya,
y
de no estar en casa? ¿Que no
te tiene respeto, ni te estima, ni te obedece,
y
una rlc aquellas <le
·
quien dice el sabio: que es mas desabrida y amarga, que la misma
muerte,
y
que es mr.jor hacer vida con un leon,
ó
con un _dragon,
ó
en un despoblado cfosierto, que con ella, cuya malicia le hace
gemir con la carga? Todo mal es pequeño en comparacion de este,
y no le caiga
á
nadre tal suerte : huena cruz tienes, haz lo siguiente,
y la aliviarás.
1.
0
Amala, porque es tu mujer, con tal afecto que mueras por
ella si fuere menester , como Cristo por su esposa la Iglesia,
á
quien
amó antes que ella le amase, siemlo tan fea, tan pobre, tanasque-