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TllU!DO TERCEHO
CAPITULO II.
DE LOS SIETE VICIOS CAPITATES, Y DE SUS RE!\JEDIOS.
De
la soberbia.
La soberbia es amor <le la propia cscelcncia
('f),
princ1p10 de
todo pecado, reina de los vicios, madre,
y
raiz de todos ellos,
y
enemiga capital de todas las vil'tudes; porque con la vanagloria nos
hace apetecer desol'dcnadamente el ser alabados, conocidos,
y
esti–
mados,
y
agradar, servir,
y
lisonjear
á
otros en este
fin.
Con la jactancia, que nos alabemos <le nobleza de nuestros .
antepasados; de los cargos
y
oficios honorosos que tuvieron; de las
riquezas que gozaron; de nuestras buenas partes, exagerándolas,
y
disminuyendo las agenas, pagados ele nuestro propio juicio
('2),
que uos hace contrarios
á
la
un
ion, enemigos de la paz, agenos de
caridad, grandes en nuestra opinion
(3),
y
menospreciadores <le los
demás.
Con la amhicion, que es veneno encubierto, peste oculta, ar–
tífice de engaño,
y
polilla
lle
la virtud, para que pretendamos dig–
nidades,
y
ocupaciones sobre nuestras fuerzas
y
talentos, por solo
ser honrados.
Con ostentacion, c¡ue presumamos hacer
y
poder, lo que ni sa–
l1emos 11i podemos.
Con hipocresía, que finjamos la virtud que no tenemos, por–
que nos den la homa que deseamos.
Con protervia,
y
pertinacia , que sigamos nuestro parece1·,
y
juicio propio contra los otros.
Con presuncion, que despreciemos
~i
los demás ;
y
nos tenga–
mos por mejores que ellos, c¡11e 11os airemos fácilmente , que hable–
mos alto,
y
palabras inconsideradas ; que rcspomlamos co11 aspe-
(i) A11g.
in Ceu.
l.
11. c.
l~.-('2) (~n·;;.
l.
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rnor. c.
li.-(3)
Cas.
l.
11.
c.
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3.
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