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n ocer los que son suyos.» lnocencio
III
mani–
festó un gran pesar al saber las crueldades que
se habían cometido
en
esta sangrienta guerra.
El tribunal de la Inquisicion
-
U
na
de las condiciones que se impn so á los Alvijenscs
al concerdeles la paz, fué la eslirpacion de Ja
herejía ;
y
con este objeto se dispuzo en el Con–
cilio de Verona «que los obsispos nombrarían
en cada parroquia un 8ac <:jrdote con dos ó tres
legos qu e jurarían hacer pesquizas para descu–
brir á los herejes y entregarlos á Jos magistra–
dos civil es para que lo s juzgasen.
»
(1184.) Tal
es el origen del tribunal de la Inquisicion que en
un pri11cipio estuvo muy distante de los críme–
nes con que posteriemente manchó su nombre
é hizo odiosa su memoria.
Joaquin.istas
-
El abad Joaquín de Flo–
ris, natural de Ca!abria, filé autor de esta secta
que tomó su nombre despues de su muerte. Su
doctrina est á contenida en el libro titulado
Evangelio Eterno
que escribió Gerardo monje
franciscano. Los Jo aquinistas consideran tres
edades del mundo : la primera es la del Padre,
que vela por el pueblo Judio; la segunda es
del Hijo, en la que se desarrolla la Iglesia
Romana ; la tereera es la del Espíritu Santo, en
que el Christianismo debe desaparacer para dar
lugar á una manifestacion mas pura. La primera
edad es de Ja carne ; Ja segunda, del espíritu
y
de la carne ; la tercera, del espíritu puro. Esta
doctrina que mas tarde se revistió de un cáracler
panteísta, tuvo muchos sectarios, entre los que
es célebre el professor Amaury de Bene, y fué