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I
VIDA DE CRISTO
los cristianos, al clero
y
á
todas las casas religiosas, quie–
nes diéron espontánea
y
muy liberalmente gran parte
dé
sus bienes al Emperador para sostener una guerra tan le–
gítima. Enardecido este Príncipe con este socorro,
y
to–
davía mas alentado por su confianza en
Dios,
hizo avan–
zar sus tropas;
y
llevando él mismo una imágen mila–
grosa de nlfestro Señor Jesucristo, dió, sin emb'!rgo de
la
desigualdad de
sus
fuerzas, la batalla
á
Cósroas el año
627:
le
deshizo enteramente,
y
consiguió de él una victoria
corripleta. Precisado el Rey bárbaro
á
huir, persegui–
do
hasta dent ro de sus estados, en donde Síroes, su hijo
primogénito, á quien babia querido desheredar para
po–
ner
á
s,u hijo segundo sobre el trono , se apoderó de él,
le pu so preso, y se hizo dueño de sus hermanos. Este
nuevo Rey pidió la paz al Emperador. Concediósela He–
raclio , con la condicion que le volviese el sagrado leño
de la cruz,
y
que pusiese en libertad
á
Zncarías, patriar–
ca de Jerusalen,
y
á
los otros cautivos cristianos. Execu–
táronse estas condiciones,
y
la santa cruz fué llevada en
triunfo
á
Jerusalen en el mes de septiembre del año
628.
Quiso el Emperador llevar él mismo sobre sus hombros
el sagrado madero; pero no pudo entrar en la ciudad
si–
no despues de haberse quitado sus vestidos llenos de pe–
drería,
y
ricamente bordados,
y
haberse puesto otros mas
sencillos
y
modestos, lo que hizo
á
persuasion del Patriar–
ca.
Despues de esto, la Iglesja ordenó que todos los años
se celebrase la fiesta de la Exaltacion de la Cruz el dia
i4
de septiembre, para que no se perdiera la memoria de
un
triunfo tan glorioso.
La porcion de la cruz que quedaba en Jerusa1en des–
pues de sacada de las n:ianos de los persas, fué transpor–
tada algunos años despues
á
Constantinopla para ponerla
á
cubierto de los insultos
de
los infieles. Los emperado–
res creían no podían hacer mayor obsequio á los prínci–
pes extrangeros que darles algunas partecitas de este sa–
grado leño. El emperador Justino eljóven envió una par–
te del
que
se guardaba
en
Constantinopla desde el año 569
á
santa Badegunda, el cual esta Santa hizo encerrar en
un
rico relicario,
y
le
envió
á
su célebre abadía, llama–
da por esto de santa Cruz, que mandó edifh..ar
en
Poitiers,
y
en la que acabó santamente su
vida
el
año 587. Con