SEÑOR NUESTRO.
decesores desde san Macario,
y
él mismo daban parteci–
tas de élla á los peregrinos de distincion que iban por
devocion
á
Jerusalen de todas las partes del mundo
á.
adorar este sagrado madero;
y
el mismo Padre añade,
como testigo ocular, que esta porcion de la cruz no se
disminuía por la distribucion que de élla se hacia, sino
que antes bien se renovaba en élla visiblemente el mi–
lagro de la multiplicacion de los cinco panes, d istribu–
yéndose sin cesar pedazos de élla , sin di sminui rse en na–
da dicha porcion del sagrado madero. San Paulino ; que
vivia el año 425 , dice que esta virtud milagrosa de es–
te sagrado madero, que sin embargo de estar mue rto
y
seco parecia reproducirse todavía como si estuviese vi–
vo, le habia sido comunicada por el contacto de aque–
lla carne divina, que habiendo Pé!decido la muerte sobre
el mismo madero, la venció con su gloriosa resurreccion.
Esta cruz en medio de ser material ,
y
estar totalmente
seca, parece vivir aún
y
alimentarse, con todo que nada
tiene ya de vegetable; de suerte, que desde aquel tiempo,
añade dicho Santo, aunque se han cortado de élla un sin
número de partecitas para satisfacer
á
la devocion de los
fieles, no se ha disminuido en nada;
y
aunque tantas gen–
tes tienen pedazos de élla, se <liria no obstante que no
se ha tocado
á
élla, estando siempre tan entera como
cuando se encontró. Así habla san Paulina de este milagro
de la cruz en la carta once
á
Severo.
§.LXIX.
La fiesta de la Exaltacion de la santa Cruz.
E1año615, Cósroas, segundo rey de Persia, habiendo
tomado á Jerusalen, se llevó la santa cruz,
y
un gran nú–
mero de fieles que hizo cautivos, entre los cuales esta–
ba Zacarías, patriarca de Jerusalen. Heraclio, emperador
de Constantinopla, le pidió la paz; pero el rey bárbaro
no se la quiso conceder, sino con la condicion que rene–
garia de Jesucristo,
y
que sus pueblos ha r ian lo mismo,
y
adorarían al sol, que era el dios de los persas. Una
proposicion tan impía animó de una justa indignacion
á.
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