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DOMINGO QUINTO

autoridad de las pretendidas tradiciones, de que habían

forjado éllos la mayor parte: eran muy exactos en pagar

los diezmos como lo ordenaba la ley;

y

por -una afectada

supe rerogacioa daban tambien la trigésima y la quincua–

gésima parte de _sus frutos, añadiendo á mas de esto mu–

chos sacrificios voluntarios. Pero el orgullo y la hipocresía

corrompian todas las acciones de los

fariseos,

los cuales so–

lo

pensaban en cómo apoderarse del espíritu del pueblo,

y

ganar la estimacion y benevolencia de los grandes: esta–

ban en tan alta reputacion con los d

su nacion, que los

miraban como á sus oráculos

y

maestros. Querian ocupar

los primeros puestos en las juntas, en los banquetes

y

fe ti–

nes;

y

se

tenia por un gran delito el no saludarlos en las

plazas públicas. Jesucristo hace su carácter y su verda–

dero retrato: ligan, dice el Salvador, fardos y cargas muy

pesadas, y que _no se pueden llevar; las ponen sobre los

hombros de los ótros,

y

éllos no quieren ni aun memearlas

con el dedo. Hacen todas sus acciones para ser vistos de los

he>mb..res; para ello llevan

sus

bandas mu

y

anchas, y .sus

franjas muy caidas. Estas b

anda

s eran unas correas de pie–

les, en las cuales escribían l.os judíos.algunas sentencias

ó

prec:eptos_de la ley. Con el nn de conservarlos mejor en

la memoria, se ataban úna

á

la frente,

y

ótra al codo

del ,brazo izquierdo. Los

fariseos

afectaban llevar estas

bandas mas anchas y mayores que los otros judíos. Por las

franjas que llevaban muy largas, se entienden ciertos cor–

dones

~n

forma de borlas,

ú

de campanillas de color vio–

lado, de que se habla en la ley. La túnica de los judíos era

d:e cuatro paños; en lo baxo de los cuales estaban pendien·

tes estos cordones,

y

servian para distinguir el pueblo ju–

dáico de -las demas naciones. Como los

fariseos

afectabat1

en todo una vana singularidad, la buscaban hasta en lo

largo de estas franjas. Ellos fueron los que corrompieron to·

da

la ley con una infinidad de tradiciooes ridículas , todas

imaginarias. Reconocian á la ,verdad la inmortalidad del

alma,

y

otra vida despues de la presente; pero al mismo

tiempo admitían una especie de metempsícosis,

ó

trans–

migt_acion -de las almas: en fin, toda su doctrina era muy con–

forme á la corrupcion de sus costumbres. Veis aquí cuáles

eran

los escribas

y

fariseos, cuya falsa devocion reprueba

el

S~üv.ads>r,

como

igualmente sus orgul.losas auste.ridades.