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. DESPUES DE PENTECOSTES.

389

"predicaban los falsos apóstoles, les escribe para instruir–

'' los

y

volverlos á la pureza de la fe.''

RE F LE XI O NE S.

Para

que tengais una conducta digna de Dios, buscando

todos los medios

_cf,e agradarte.

Ved aquí como un resúmen

y

compendio de toda la moral cristiana. Una conducta

digna de Dios es una vida formada sobre los preceptos

y

máximas de Jesucristo: es una vida pura, santa, abundan–

te en toda suerte de virtudes: es una vida verdaderamente

cristiana. Una conducta digna de Dios es la conducta de

un hombre abrasado en amor de Dios

y

que busca todos

los medios de agradarle. Es la conducta de un hombre sin

amor propio, sin interes, sin ambicion: de un hombre seve–

ro siempre consigo mismo, que nada se perdona, pero sua–

ve é indulgente con los ótros, á quienes en todo los disculpa:

hombre de bien sin aceptacion, que sabe complacer sin ba–

xeza , que sabe obligar con sus servicios sin esperanza de

retorno, exacto

y

puntual en todo,

sin_

esc rúpulo , unido

continuamente con Dios, sin dexar de hacer lo que debe á

los ótros. Nunca ocioso,

y

no pareciendo jamás demasia–

do solícito

y

bullicioso: nunca demasiado ocupado,

y

aun

menos distraido por los negocios ; porque sabe conservar

siempre su corazon libre, no ocupándole sino en su gran

negocio, que es el negocio de su salvacion. Lleno de baxos

sentimientos de sí mismo, no estima .sino á los ótros, por–

que

nq

mira en éllos sino las virtudes que tienen;

y

solo

considera en sí los defectos con que se halla. No gobernán–

dose sino por máximas sobrenaturales, jamás piensa que le

de precian ni que le hacen la mas leve injuria, porque no

cree le sea debida la honra que no le dan. Es un hombre

que siempre está en paz, siempre igual; á quien ni engríen

las prosperidades, ni abaten los mas adversos accidentes;

porque sabe que los bienes

y

males de esta vida siempre

vienen de la misma mano. Y como sola la voluntad de

Dios es la regla de u conducta , hace siempre todo lo

que D ios quiere ,

y

siempre quiere todo lo que Dios ha–

ce. No mirándose sobre la üerra sino como peregrino,

todo su trato

y

conver acion se lo lleva el cielo. Dios

olo es su tesoro ,

y

a

i

no sll pira sino por la po esion

de Dios. Y como no tiene otro deseo ni otra ambicion

Tom.

V.

Bb 3