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DOMINGO VEINTE Y CUATRO
que la de agraciarle, toda su aplicucion se reduce
á
ver
cómo ha de fructificar en todo género de buenas obras,
y
todo su estudio es ver cómo ha de adelantar en el co–
nocimiento de Dios. En efecto, cuanto mas
e conoce
á
Dios, mas se le ama;
y
el amor nunca fue ocio o ni es–
téril. Ved aquí cuál es la conducta digna de Dios que
san Pab lo les pedia
á
los colosenses, y en éllos
á
todos
los
fi
les . ¿Es semejante
á
élla la conducta de los cristia–
t hnos de nuestros dias? ¿es una conducta digna de Dios
la conducta tan poco cristiana de los mundanos, de esas
gentes esclavas de sus pasiones, de esas mugeres que se
confundirian con unas mugeres paganas?
i
es digna de
Dios la vida y la conducta tan poco edificativa de e as
per onas consagradas
á
Dios por su estado y profes ion?
Y ese gusto el día de hoy tan general por el mundo y por
los placeres, esa relaxacion tan universal , ese disgusto
y
tédio
á
la devocion tan comun el dia de hoy, esa aversion,
por no decir ese desprecio de las mas sagradas máximas
del evangelio,
i
todo esto muestra una conducta digna de
Dios, y un gran deseo de agradarle? Pero, Dios mio, con
una conducta tan indigna de vos, y del nombre de cristia–
nos, ¿quién nos asegura, y nos tiene tan tranquilos como
si
tuviéramos las virtudes de los mas grandes santos?
¿Con unas co tumbres tan poco cristianas, no nos priva–
mos del derecho que nos dió el bautismo
á
la herencia de
los san tos?
El evangelio e.r del capitulo
24
de san Mateo.
In illo
tempo re di x it Jesu.r
dis cipulir suis: Cum videriti.r
abominationem de.rolat ioni.r, qu<e
dii ta
e.rta
Daniele prop heta,
stan t em in loco sancto: qui le–
gir
intelligat: tune qui
in
J
ud<ea sunt
,
fugiant ad mon–
t es
,
et qui in tecro, non de.r–
cendat t ollere aliquid de domo
sva: et
in agro, non rever–
tat ur tollere tunicam .ruam. V <e
autem prtegnantiúu.r
,
et nu–
trien1ibus in iltis di ebu.r. Ora–
te aurem ut non fiat f uga ve.r–
tra in hyeme, ve/ .rabbato. Erit
En aquel tiempo dixo Jesus
á
sus
di scípulos: Cuando viéreis puesta
en el
lugar santo la abominacion
de la desolacion que predixo el pro·
feta Da niel: el que lee, entienda; en–
tonces los que están en Judea huyan
á los montes;
y
el que esté en el te–
jado, no baxe á coger cosa alguna de
la casa,
y
el que en el campo, no
vuelva
á
tomar su túnica.
¡Ay
de
las que estén preñadas
y
criando en
aquellos días! Pero orad para que no
suceda vuestra fuga en invierno ,
ó
en sábado, porque habrá entonces
una gran tribuiacion, cual no la hu-