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DESPUES DE PENTECOSTES.
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Scire etiam supereminentem scientice charitatem Chris–
ti, ut impleamini in omnem plenitudinem Dei.
Para que co–
nozcais cambien la caridad de Jesucristo , la cual
es
muy
sobre nuestros conocimientos; para que esteis totalmente
llenos de Dios, pido al Señor, dice el Apóstol,
os
dé
á
co–
nocer hasta qué exceso nos ha amado Jesucristo. A la
~er
dad, el arriar inmenso del Salvador es sobre todos nues–
tros conocimientos ,
y
sobre todas nuestras ideas, es in–
com pren,.ib1e ; pero por poco que conozcamos cuánto
nos ha amado Jesucristo; es muy dificil que nosotros no
le amemos; y si le amamos con un amor puro y ardiente,
estaremos llenos
y
como henchidos plenamente de Dios,
no solo durante esta vida, estando animados de su espíri–
tu y de su gracia, sino singularmente en el cielo, don–
de poseeremos á Dios perfectamente. Una de las pruebas
de que conocemos poco el amor que Jesucristo nos tiene,
es el poco amor que le tenemos. Si conociéramos hasta
qué punto nos ha amado este divino Salvador, y la ter–
nura con que nos ama ;
2.
cuál sería nuestro fervor , cuál
nuestra continuacion en hacerle la corte al santísimo Sacra–
mento~
i
con qué fidelidad guardaríamos sus consejos?
i
cuál sería nuestra solicitud y cuidado para agradar le en ·
todo? Por lo demas, concluye el santo Apósrol: á aquel
que puede hacerlo todo,
y
mucho mas de lo
q.uenosotros
podemos pedir y pensar, por su virtud , esto es, por
su
espíritu y por la gracia, la cuJl obra en nosotros, sea da–
da la gloria por la Iglesia
y
por Jesucristo por los siglos
de los siglos. Así sea:
Amen.
De este pasage de san Pablo to–
mó la Iglesia esta conclusion
ó
fórmula, coq que termina
todas sus oraciones. Como el espíritu que animaba
á
san
Pablo
y
á
los demas apóstoles es el mismo que aníma
á
la
Iglesia, son muy pocas las prácticas que ésta no ha
ya
aprendido de aquellos primeros doctores de la religion,
á
quienes mira como
á
sus maestros.
El evangelio de la misa del dia está lleno de instruc–
ciones
y
de misterios. Cuanto mas se aumentaba entre el
pueblo la gloria del Salvador, tanto mas
s~
veía crecer la
envidia
y
el ódio que le tenían los escribas
y
fariseos. La vi–
da pura, santa y perfecta del Salvador, el conocimiento
que tenia de lo ioterior de las gentes,
y
de la malignidad
del corazon de los fariseos, la pureza de su doctrina , sus
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