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DOMINGO NONO

"vertir ;

y

para esto les trae el exemplo de los israelitas

»y

los terribles azotes con que Dios ca tig6 sus pecados."'

RE F LE XI O NE S.

E1

que

jtt~ga ~star

en pie

y

tenerse firme

,

cuide no caiga.

La pre unc10n rn eparable del orgullo

y

de una <levo ion

aparente, es el origen 6 á lo menos la ocasion de infinitas

caidas. En hecho de moral nunca e tá uno mas pronto

á

caer, que cuando no teme la caida. Una alma santa siem–

pre es timorata. Cuando uno es verdaderamente devoto,

es humilde;

y

cuando es humilde, desconfia siempre de su

propia virtud. Solo esas almas llenas de la idea de sí

mi

-

mas y de su pretendido mérito, son vanas y presuntuosas;

y las caidas mas fune tas que dan, son el efecto ma-; or–

dinario de su presuncion. Pocos siglos son lo que no nos

hayan presentado tristes exemplos de nuestra flaqueza. Se

han vi to columnas de la Iglesia desmoronarse

y

caer en

medio de la calma; baxeles ricamente cargados, despues

de una larga

y

feliz navegacion; despues de haber resisti–

do á las mas furia as tempestades, y á la olas encrespadas

que parecian se los iban

á

tragar; despues de haber salva.

do los bancos de arena, y los parage ma arriesgados del

mar, padecen un triste naufragio dentro del puerto, 6 en

alta mar, en tiempo de la mayor bonanza. El ·mismo Da–

vid, aquel hombre segun el corazon de Dios, e capado de

tantos peligros , tan fiel en las mas terribles pruebas , da

una funesta caída en medio de la abund ncia,

y

en el seno

de la paz. Salomon, aquel rey tan sabio, tan ilu trado, tan

religioso, al cual la sabiduría

y

la pieJad hacian la admi–

racion de su siglo: Salomon, el oráculo de su tiempo, cu–

yos e critos son

la

obra del E spíritu santo, y á quien Dios

babia dado la sabiduría en herencia: Salomon, en fin,

cu~

yo elogio, por decirlo a

í,

le hizo el mi mo Dios: Salo–

mon, despues de haber como envejecido en la práctica de

la virtud, cae ea los mas vergonzoso excesos;

y

des pues

de haber edificado un magnífico templo al verdadero Dios,

permite que se fabriquen templos á los fal os ctiose á us

propias expen a ;

y

él

mi

mo cree en la idolatría. Judas,

U mado al apostolado por el mi rno Jesucristo, criado en

la escuela de este divino Salvador, colmado de sus

favo-