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DESPUES

DE

PENTECOSTES.

1r3

dores

y

de tu industria ,

y

hasta las prosperidades

á

una

larga y dichosa posteridad'? Haz limosna, da liberalmen–

te

á

los pobres , abre

tu

bolsillo á los necesitados. Pocos

preceptos hay mas positivos, pocas recompensas mas se–

guras. La limosna no solo no empobreció jamás

á

nadie,

sino que se puede decir que hay pocas fortunas bien arrai–

gadas, pocas prosperidades prolongadas que no

se~n

pre–

mio de la caridad de los hijos ,

ú

de la de sus padres.

Propon el dia de hoy no dexar pasar ningun dia sin santi–

ficarle con alguna obra de caridad. ¿Tienes hacienda, tie–

nes caudal? paga de ello la décima

á

tu Dios,

y

mira

á

los pobres como

á

unos recaudadores de su haciend a.

i

Te hallas imposibilitado de dar limosna? honra siquiera

á

los pobres

y

sírveles : dales todos los socorros que pu–

dieres segun tu estado. Si tuviéramos una verdadera fe,

una fe viva

y

oficiosa, pocas personas nos.Parecerían mas

respetables que los pobres , pues siempre veríamos en sus

personas al mismo Je sucri sto.

2

Arregla tus limosnas segun fuere tu caudal

y

tus

rentas.

i

Qué se tendrá regularmente que dará los pobres,

si

no se arreglan las limosnas sino por lo supérfluo? Po–

cas personas creen tener bienes supérfluos. Los que mas

gastan en el juego , en muebles , en tren , en comidas

es~

pléndidas , son por lo comun los que dan menos limosna .

y se aturden , despues de esto, de esas revoluciones de

fortuna, que sepultan en el

polvo

á los que le negaban

á

su

Dios

el tributo de sus bienes. Sabes lo que has de dar

todos los años, todos los meses, todos los días, á aque l

de quien lo e peras todo,

y

á

quien debes tu caudal

y

t u

vida. Cuanto mas malos

é

infelices sean los tiempos , sé

tú mas caritativo: éste es el medio de sentir poco los efec.

tos de semejantes calamidades. El creéido número de tus

hijos,

y

otras cien razones domésticas, está muy bien que

reformes tus gastos, por lo que mira

á

la profanidad,

á

las

diversiones, aljuego; pero nunca en cuanto

á

las limosnas.

i

Tienes ocho hijos ? no abandonarías el nono si Dios te le

hubiera dado: pon en lugar de este nono

á

Jesucristo,

y

lo que este nono hijo te gastaría dalo á los pobres. No jue–

gues,

y

lo que te parece que hubieras podido perder es–

te dia al juego dalo de limosna. Desearías comprar un

mueble, sin el cual puedes pasar: dar una comida

ó

un

i·e -

Tom.17.

H