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MIÉRCOLES SEGUNDO
despiciar
partem
tuam, quam
re-
porcion , aquella que libraste de
demisti tibi de-lF.gypto. Exaudi
Egipto para
ti.
Oye mi súplica,
y
deprecationem meam, et propi-
muéstrate propicio con tu heredad,
tius esto sorti et funicu/o tuo, et
y
tu parte ;
y
trueca nuestro llan–
converte luctum nostrnm in gau-
to en alegría, para que viviendo,
dium
,
ut viventes laudemu.r no-
alabemos tu nombre , ó Señor , y no
men tuum, Domine, et ne clau-
cierres las bocas de los que te can–
da.r ora te canentium , Domine
tan, Señor Dios nuestro.
Deu.r no.rter.
NOTA.
"El libro de Ester está recibido entre los judíos como
"uno de los mas canónicos. Se cree fue el mismo Mardo–
" queo quien escribió la historia de su sobrina Ester. Los
,,judíos hacian todos los años una fiesta solemne, que lla–
" m;:iban la fiesta de las Suertes , en memoria del favor
"que les babia hecho Dios en librarlos de la mortandad
"que se había resuelto hacer en todos los judíos domici–
" liados en el imperio de Asuero. Para el tiempo de la exe–
"cucion se echaron suertes, y cayó la suerte en el mes de
,,Adar. Esta fiesta se celebraba con ayuno en la vigilia.
"El mismo Asuero mandó que en todo el imperio se ce-
1'
lebrase esta fiesta como un día de regocijo por la muer–
" te de Amán , y por la conservacion de Mardoqueo , de
"Ester y de toda la nacion judáica."
R E F
LE X I O
NE
S.
Para que empleemos la vida que nÓs conservais en alabar
vuestro santo nombre.
La vida no se nos ha dado sino pa–
ra emplearla en amar, servir
y
alabar
á
Dios= no es otro
el fin de nuestra creacion : nuestra conservacion tampo–
co tiene otro fin. Bien podia Dios no habernos criado ;
pero no podia criarnos para otro fin. Dios puede hacer–
nos morir á cada instante; pero no puede conservarnos
la vida sino para que la empleemos en su servicio: ha–
cer otro uso de élla, es apartarnos de este fin. En este
particular no puede haber prescripcion. El desórden de
nuestras costumbres bien puede_hacernos olvidar de- esta
obligacion indispensable; pero no podrá hacer jamás que
sea otro nuestro último fin. Por mas desreglados que po·