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1

MlERCOLES SEGUNDO

en una ct·uz;

pero despues que Jesucristo quiso ser en–

clavado en élla, nos libró de la maldicion,

y

di6

á

este

tronco una virtud maravillosa.

De este principio nacieron todos aquellos ardientes de–

seos

de

padecer que admiramos en los santos. De este ma–

nantial nacen esos torrentes de delicias interiores, que

son sobre todo sentido,

y

que inundan

á

las almas

pu–

rificadas con los trabajos

y

tribulaciones. ¡Ah, Dios mio,

y

qué poco estimado es este secreto,

y

qué poco cono–

cido es este tesoro de los sabios del siglo! Pero

á

la ho–

ra de la muerte .se conocerá: por todo el

e~pacio

de la

eternidad se sabrá cuán precioso era este tesoro, cuán es–

timable este secreto. Dadme una alma ilustrada con las

luces de la fe; dadme un corazon que ame á

Dios

,

de–

cía san Agustín ,

y

co'nocerá lo que digo, y penetrará es·

ta verdad,

y

experimentará eri sí mismo el fruto de esta

doctrina.

Señor,

i

cuándo seré yo de este

número~

No

me con–

tentaré ....con asentir á estas verdades, con aplaudir estas

reflexiones, con no apreciar las adversidades sino en los

ótros. Quiero 'ser, Señor, del número de vuestros discí–

pulos.

i

Y

cómo

he

de ser vuestro discípulo, si no lle–

vo la cruz, si no amo la cruz, si no estoy clavado en

la cruz

~oda

mi vida? Dadme, Señor, este amor

á la

cruz,

y

haced .que. me sea insípido

y

amargo todo otro gusto

fuera del de

la cruz.

Dadme vuestro amor, y

yo

ama–

la

cruz.

JACULATORIAS PARA .ENTRE EL

DIA.

Placeo mihi

in

infirmitatihur meis, in contumeliis, in ne–

cessitatibus, in.persecutionibus, in angustis pro Chris–

to.

'2.

Cor.

12.

Me complazco, Salvador mio, en mis enfermedades, en

las ad\rersidades , en las necesidades, en -las persecucio–

nes ,

y.

en 1os disgustos extremos que sufro por vos.

Pone me juxta te, et cujusvis manus pugnet contra me.

Job

17.

Como yo esté, Dios mio, junto

á

vos,. baxo vuestra pro–

teccion, mas que se arme

contra

mí la mano que quie-

ra,

nada. temeré.

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