327 / 356
.,
DE
CUARESMA.
set, voce magna clamavit
:
Lá-
mediatamente salió el que ha ia
zare, veniforas. Et statim pro-
estado muerco _, atados los pies
y
didit qui fuerat mortuúJ
.,
Jiga-
las manos con faxas,
y
su rostro
tus pedes, et manus instztis, et
estaba cubierco con-
UQ
sudario.
facies illiuJ' J'Udario erat liga-
Díxoles Jesus : Desatadle,
y
de–
ta. Dix it eis Jesus: So/vite
xadle ir. Muchos ,¡Pues, de los
ju.–
eum, et sinite abire. Mu/ti er-
d íos que habían venido á María
go ex judieis, qui venerant ad
y
á
Marta,
y
habian visto lo que
Mariam, et Martham, et vide-
hizo Jesiis, creyeron en él
rant qute fecit Jesus
,.
credide-
runt in eum.
.
"
'
...
r
!
MEDIT ACION.
De 'GÓmo se piensa
á
la hora de la
muerte
de los
medios que se tu'Uieron en
'Vida para
sal'Uarse.
l .
J
.;
P
U N
T O P R 1
M E
R O.
Considera que por mas crueles que sean
"las
temores
que se experimentan
á
la hora de la muerte,
y
los dolores
que
.se
sienten
en
aquella última hora, ninguna cása es
mas
dura, ninguna atormenta tanto
á
un
p·ecador moribunda,,
como los vivos
y
agudos
pesarc;:s que
tiene poco
antes
de
espirar.
,_
··
Durante
la
vida,
la
fe de la mayor parte de
los
cris..
tianos,
y
sobre
to~o d~
.los
~ibertinos, est~
medio apaga–
da. Se cree; es decu.,
no
se
da.:'ea
evrores hasta hacerse
ia–
fieles; pero se cree
~an
floxamente, que apenas pueden
lla–
marse cristianos.
A la
hora ·
de la
muerte
todas
las falsas preocupaciones
desaT>arecen: las pasiones mas fuertes se amortiguan,
la fe
se
a.viva
y
despierta,
y
hace ver con tanta ciarida:d
las
verdades mas terribles, que no es posible poner en duda
ninguna de
éll~s.
i
Pero qué pesares, gran Dios, qué terro-
res nacen
de
estas luce
~
·
Entonces
se
conoce sensiblemente
el fin
para qué
está–
bamos sobre
la
tierra. Dios solo·,
sí,
Dios solo
deb'ia
ser
el
objeto de mi amor
y
de mi culto.
~Qué
pesar, qué dolor,