Table of Contents Table of Contents
Previous Page  290 / 356 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 290 / 356 Next Page
Page Background

MlÉRCOLES CUARTO

pondió con un tono intrépido

é

indignado : Ya os he dicho

una y otra vez cómo me ha dado vista : os lo he dicho , y

lo habeis oido:

qué fin volvéroslo

á

repetir~

ípor ven–

tura queréis ser discípulos suyos? Esta expresion dicha de

un modo natural

é

ingenuo, sin intencion de ofenderl'os,

les chocó,

y

los irritó de suerte , que no le respondiér-on

sino descargando sobre él mil injurias: Se tú discípulo su–

yo , si gustas; nosotros no queremos otro maestro que

á

Moyses,

á

quien sabemos habló el Señor. En cuanto

á

és–

te, ni sabemos quién es, ni de dónde viene. ¿No es un gran

prodigio, replicó el hombre que babia sido curado, que no

sepais de dónde es, ni quién es este hombre,

y

que me ha–

ya abierto los ojos á mí que nací

ciego~

Vosotros nos en–

señais que Dios no oye á los pecadores: que tampoco hace

milagros para autorizar la falsa piedad de los hipócritas;

:pero sí que oye propicio á los que le sirven <;on fidelidad.

iSe

ha oído decir jamás que persona yiviente haya abierto

los ojos á un ciego de nacimiento

?

Este lo ha hecho ,

i

y

vosotros pretendeis que sea un mal

hombre~

Una reflexion tan juiciosa

y

tan cuerda no pareció so–

portable

á

aq\lellos pretendidos doctores.

i

Qué (Je dixé–

ron)'l

tú,

cargado de pecados,

tú,

indigno de ver la luz,quie–

res hacer de doctor en este éongreso? ¡Qué bien parece que

tú,

hombre miserable. quieras darnos lecciones

á

nosotros,

hartos de revolver los libros de Ja ley! Ea, fuera de aquí,

jamás vuelvas

á

comparecer en nuestra presencia. El Sal–

vador, que no tarda en consolar á los que padecen por él,

habiendo sabido que lo habían exf>elido

y

como excomul–

gado , fue á encontrarlo;

y

habiéndole preguntado si creía

en el Hijo de Dios:

i

Quién es el Hijo de Dios, respondió el

ciego curado? dámelo á conocer para que

yo

crea en él.

Tú lo .has vjsto, le dixo Jesus,

y

es el mismo que habla con–

tigo.

A.

estas palabras , transportado de gozo aquel pobre

hombre, exclamó: Creo, Señor, creo en

vos~

y

postr.án–

dose

á

sus pies , lo adoró como á su Dios , su bienhe<;:hor, ·

y

su soberano maestro. La

fe

viva de este nuevo discípulo .

consoló al Salvador del endurecimiento de los fariseos. El

milagro de la curacion del ciego los hizo

á

él1os mas ciegos

de lo que estaban ; donde se ve como la ceguedad volunt a–

ria es incurable. Dios nos previene, nos solicita, nos mue–

ve; pero no nos

conv~ertejamás

si nosotr:os no

queremos:

..