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DE CUARESMA.
v ite surgent
in
judicio cum generatione hac , et condem–
nabunt eam.
Sí, señores: los paganos, los turcos , los
hereges de todos los siglos se levantarán el dia del juicio
contra tantos fieles ,
y
los condenarán.
Modest~s
. hasta
el exceso, circunspectos hasta tocar
e~
la superst1c10n en
unos templos profanos , donde no podian ofrecer sus v0-–
tos
y
su incienso sino al demonio;
y
e to solamente
_p9r–
que e tos templos eran unos lugares que· su supersuc10n
dedicaba á los ídolos. La sola noc.ion de terpplo , la sola
idea de religion ha inspirado á las naciones , aun las mas
bárbaras , esta religiosa modestia.
i
Es posible que solos
los cristianos , que solos los fieles hari de faltar á una tan
justa
y
tan necesaria obligacion
~
El cuerpo
y
la sangre
de-Jesucristo sobre nuestros altares,
y
toda la magestad
·del Dios vivo que vamos á adorará nuestros templos,
iºº
han de ser bastantes jamás para inspirarnos un culto
respetoso?
i
Tenemos necesidad de otra religion que la
nuestra para que nos obligue á tributarle á Dios los ho–
nore que merece?
i
Por ventura nq nos instruye bastan–
te la fe cristiana sobre este punto capital de la religion?
·Nuestra razon tiene que violentarse mucho cuando quie–
re concordar nuestra conducta con p.uestra creencia por
lo tocante á este artículo:
y
ninguna cosa choca tanto,
ninguna conmueve
y
alborota tanto el espíritu de los in–
fieles, como el oír lo que los cristianos creen de nuestros
divinos misterios,
y
ver la indevocion, la indecencia, la
inmodestia, se puede tambien decir, la irreligion con que
se ve
asis~en
á
éllos estos cristianos. Nuestras iglesias son
la casa del Señor , ta
augusta por la magestad del Dios
que se adora en éllas , tan santa por la adorable víctima
que cada dia se sacrifica, tan venerable por los votos que
se hacen á Dios vivo, tan respetable, en fin, que los mis–
mos ángeles no se presentan sino con un profundísimo ·
respeto : los demonios no se atreven á acercarse ,
y
has–
ta los paganos no entran en éllas sino con temblor ,
y
c_on aquella modestia que inspira la razon sola. Los cris–
tianos de nuestros dias son los únicos que tienen el des–
caro de llevar su impiedad hasta el santuario,
y
de no
presentarse las mas veces en nuestras iglesias sino para
profanarlas ,
y
para insultar , por decirlo así , al Dios
que adoramos en éllas.
i
Será esto porque en tantos líber-