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MARTES CUARTO
justicia,.y varias leyes penales para .castigar
los.
delitos, pa–
ra arregla
las costumbres,
y
ótras por lo tocante á
las
materias de-religion
y
de policía. Pero viendo el pueblo que
Moyses se _tardaba en baxar del monte, se imaginó que
babia perecido entre los fuegos y truenos;
y
como estaba
acostumbrado á las supersticiones paganas que habia vis–
to en Egipto;con el espíritu lleno del culto de los ídolos,
que adorabaff los gitanos, y con el corazon todavía medio
corrompido por el largo comercio que había tenido c;on
esta nacion idólatra, precisó á Aaron á que le hiciese unos
dioses
y
un becerro de oro, que le sirviese de ídolo. Vien–
do Aaron que el pueblo estaba arrioünado y pronto .á una
rebelion general, tuvo la fiaqúezar de ceder á sus sacrí–
legos deseos. Les dixo qiae tomaran los pendientes de sus
mugeres, y las joyas de sus hijos, y se los traxesen; cre–
yendo quizá que por no vetse ·privados de estos adornos,
mudarían bien pronto de pensamiento.¡ Pero qué no pue–
de la corrupcion del corazon cuando ha llegado á comu–
nicarse al entendimiento! El irreligioso pueblo le llevó sin
pena aquellos ricos despojos. Se fundió nodo éste oro, y se
erigió un becerro de oro, que se colocó sobre el altar á
imitacion y semejanza del dios Apis
ú
Ostris, que los egip–
cios adoraban baxo la forma de un buey; y habiéndole sa–
crificado el insensato pueblo víctimas.y holcicáustos, como
~una
divinidad, celebraron una gran fiesta á honra del b@-.
cerro de oro con canciones, banquetes y danzas. Entre las
destemplanzas de una tan vergonzosa idolatría se decían
unos
á
ótros los israelitas:
Estos son tus dioses, Israel: es–
tos son los que te han sacado de Egipto.
Tanta verdad es que
se pierde hasta la razon cuando se pierde á Dios de vi ta,
y
cuando nos entregamos á la disolucion y á los ·deleytes
de los sentidos.
Viendo el Señor esta abominacion, le dixo á Moyses:
Baxa, porque el pueblo que has sacado de E gipto ha peca–
do enormemente: se han apartado muy pronto del camino
que tú les babi· s mostrado: se ban fundido un becerro de
oro, lo han adorado como á su Dios,
y
le han sacrifi cadd
_v íctimas, diciendo:
Estos son tus dioses , que te han saca–
do de E!(ipto.
Veo , añadió el Señor, que este pueblo es un
pueblo intratable é indócil. Déxame seguir lns movimien–
tps c;l:e mi indignacion;
voy
á exterminarlos,
y
á
ti
te haré