![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0191.jpg)
DE CUARESMA.
xá r
llegar tan
pronto el soberano Juez.. No está prevenido el
criado,
y
el amo llega : no está prevenido , y
es
preciso
dar la cuenta: no está prevenido, y es preciso ser juzgado.
Pasado, presente, venidero, todo espanta.
¡Oh
qué horri–
ble cosa es hallarse en el momento decisivo de su suerte
eterna con tantos motivos para temer!
Era todavía de una edad en que podia prometerse
á
ló
menos un año para disponerse.
U
na juventud florida, un
fondo de salud eran como garantes de este pretendido
t iempo: se nos daban tambien seguridades positivas de le–
vantarn~s
bien pronto de esta enfermedad; pero Dios
no
nos pide dictámen para alargar
ó
acortar el número de
nuestros días. Bastante hizo en advertirnos que vendria
á
hacernos dar cuenta6 de nuestra,admihistracion
á
la hora
que menos lo aguardásemos. ¡Qué imprudencia aguardar
á
esta hora crítica para disponerse! ¡pero qué desgracia
no estar dispuestos á esta hora! Nuestra causa no se en–
via
á
otro tribunal, no se remite para otra audiencia, no
mas misericordia, no mas indulgencia , no mas dilacion.
Aquel1os pecados graves no expiados, aquellas recon–
ciliaciones, aquellas restituciones diferidas, todos aquellos
proyectos
d.e
conversion, aquellos planes de vida siem-pre
para en adelante, tantos piadosos movimientos sufocados.,
tantas fuertes solicitaciones de la gracia poco escuchadas;
todo esto se presenta junto y de monton para abrumar(
para despedazar, para desesperar, á una pobre alma cqn
mil pesares
y
arrepentimientos inútiles.
iÜsaríamos decir entonces que no hemos tenido tiem–
po~
Y
ese número de dias que se han perdido,
y
esa série
de años que se han gastado en hacer quimeras,
i
no era
un tiempo que Dios nos había dado para que lo gu ardá–
ramos, y nos dispusiéramos
á
recibirlo~
Hemos tenido este
tiempo, y lo hemos empleado en todo menos en esto: he–
mos tenido este tiempo,
y
lo hemos perd ido:
i
á quién
se
deberá echar la
culpa ~
Dios me pide cuenta de tantos
talentos ente rrados, de tantos precepto quebrantados , de
tantos consejos menospreciados; me hallo en una horri–
ble confusión: ninguna cosa está pront a , no tengo razo–
nes que alegar, ni sa tisfacciones qu e produ cir;
l,
y
seré
bien recibido con decir, no he t eniJo tiempo par a pen–
sar
en ello1
Tom. JI.
M 3