Table of Contents Table of Contents
Previous Page  329 / 356 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 329 / 356 Next Page
Page Background

/

\

DE CUARESMA.

mas que sufrir viviendo licenciosamente , que hubiera ja–

más sufrido viviendo cristianamente: entonces conoceré

mi locurá , me consumiré de pena

y

de pesar ; pero no

será tiempo de reparar mi falta: moriré con este descon–

suelo.

He descuidatlo enterarnente de mi salvacion: los nego ·

cios temporales, las diversiones, las concurrencias, el jue-·

go, los espectáculos absorbieron todo mi tiempo. Atesoré

grandes riquezas;

i

y para quién? Me he divertido, he pe–

cado, y muero sin haber hecho penitencia: muero, y voy

á

ser condenado al fuego eterno,

á

padecer por toda la eter–

nidad el rigor de todos los suplicios imaginables. Todo es–

to pasará por mí si no me prevengo con tiempo. ¡Qué des–

esperacion, qué rabia, qué despecho!

Movido de la lectura de aquel libro devoto, aterrad'o

de aquel accidente improviso, convencido

y

desengañado

por aquellas reflexiones tan concluyentes y tan verdadet

ras, solicitado viva

y

poderosamente por la gracia, formé

el designio de mi conversion hasta hacer el plan.

i

Pero

quién me embarazó la execucíon? Aquel amigo, aque–

llos compañeros libertinos, el temor de ser tenido por de–

voto, el mal exemplo;

y

por amor de este amigo, de es–

te libertino, de este insensato, me he condenado.

i

Quién

puede comprender el rigor de este despecho, de esta rabia?

Honr?.s, que me habeis deslumbrado: galas, que me

habeis costado tanto:

del~ytes,

que me habeis hecho ge–

mir tantas veces: alegrías mundanas, seguidas de tantas

lágri.r.ias,

i

cuántas veces os condené allá á mis solas?

i

Y

por qué no he obrado confonne

á

los sentimientos de mi

conciencia?

¡Oh, si yo hubiese seguido el exemplo de aquella perso–

na virtuo a, que, mas cuerda que yo, no aguardó

á

la hora

de la muerte para arrepentir e! ¡oh, si me hubiese con–

vertido

á

lo menos un año ha, seis meses ha, cuando es–

taba atemorizado leyendo aquellas verdades terribles! Po–

dia haberlo hecho:

nada

mas facil: no se me antojó ha–

cerlo;

¡y

muero con es ce pesar , con esce desconsu lo!

¡Qué de e peracio11 no es capaz de célusar, Dio mio,

un pe a r inútil! ¡qué horrible uplicio es sentirse uno car–

gado de delito

s en el m

omento que va á parecer delante

e vo ! Si

á

lo

menos.se

puiiiera atribuir su desdicha

y c~us

.