DE QUARESMA.
37
pe de rayo para un predicador :aplaudido ' !para
un
di":'
rector de
una
.gran reputacioO', para un superior rígido;
para
un amo
vigilante,
para un gran prelado, que
ha–
biendo hecho cumplir con su obligacion
á
las personas
que estaban baxo sus órdenes , habrán descuidado de su
sal
vacion
!
.
Nó
permitas, dulce Jesus mio, que
yo
sea
jamas de
e~ te
número.
Haced que
yo
sea el primer objeto de mi
zelo ,
y
que el
que
yo tuviere ·por los otros sea segun
vuestro espíritu : que mi zelo no sea acre ni amargo, si -
no para mí ,
y
que la cariidad sea su primer móvil ,
y
su
único fin vuestra pura gloria.
JACULATORIAS PARA
ENTRE EL
DIA.
Cor mundum crea in me Deys
,
&
spíritum rectum
Innova
in viscéribus meis.
Salm.
50.
Dadme, Señor, aquella pureza de corazon
y
aquella rec–
. titud de espíritu , sin las quales no se os puede agradar.
Tabéscere me fecit zelus rneus, quia oblfti sunt Verba tua
inimfci mei.
Salm.
118.
-
Mi
zelo me hace secar de dolor al ver el menosprecio
que se hace de vuestra -ley.
P ROPO S 1 TO S.
Ten zelo, porque el no ténerlo
es
señal de una
re
muer–
ta,- y de una caridad apagada.
I:eiv
procura que tu zelo
no sea jarnas agrio
ni
indiscreto. El verdadero zelo es
siempre prudenre , humilde , compasivo
y
moderado.
Si tenemos indignacion contra el vicio, nuestros propios
defectos son un objeto digno de nuestro enojo. -Se debe
gemir al ver la disolucion de las costumbres; pero quan–
do por tu oficio no estás obligado
á
corregir los defec–
tos agenos
i
á que fin reprehender con tanta acrimonia
y
amargura~
Comencemos por reformarnos á nosotros mis–
mos ,
y
entónces tendrémos el consuelo de haber traba–
j ado eficazmente en la reforma de las costumbres. El me- .
dio de reprehender la disolucion de las costumbres por
una-vida arreglada
y
edificativa, es el solo que conviene
á
los que no están encargados de la conducta de los otros,
· Ti
m.
JI.
C 3
Y.