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.

DE QUARESMA.

35

tos zelosos , que quisieran des:ie

l~ego

hacer baxar fue–

fo

del delo pata exterminar

á

los pecadores , no estan

animados del espíritu de jesucristo.

i

De que

principio

vienen mis transportes

y

mi

enojo~

i

Es

el verdadero ze–

lo quien produce mis aversiones

y

mis

vivezas~

Si se ojeára en

e~e

corazon, si se subiera hasta el ori–

gen

de ese· zelo impetuoso"

que

no sabe producirse , ni

manifestarse sino apedreando, se hallaria, que esa nube

cargada de granizo

y

de rayos no se formó sino

de

una

ex–

halacion maligna: un mérito demasiado sobresaliente; pe–

ro demasiado real , que nos hace sombra : una razon de

fa–

milia , de interé$ , de partido , un disgusto recibido : una

afrenta, un despecho,

una

envidia secrtta son el verdadero

y

el

primer móvil de

rancos

movimientos como se

di ~frazan

con el nombre especioso. de zelo

y

de

caridad. Pero Dios

que descubre el fondo de nuestros corazones, que desenvuel–

ve todos sus pliegues

y

repliegues, que lleva tan poca cuen·

ta

con nuestras sutilezas

y

con- nuestros sistemas ,

i

que jui–

cio hace de todo estol Buen Dios! ¡quantos trabajos , quán–

tas penas perdidas!

¡

quantos

pecado~

graves disfrazados

!

¡quantos talentos mal empleados!

¡O,

y

quán desgracia–

da

es una persona animada de un

falso

zelo

! ¡

quan dig–

na es de compasion ! ¡y que raras

v~ce¡

se vuelve

de

un

tan lastimoso extravío!

·

·

PUNTO

SEGUNDO.

Considera que todavfa hay

un

1a1so

zelo

mas

modera–

do y mas sutil. Por mas que haga el falso zeloso, se en–

cuentra

á.

sí mismo

en

qualquiera parte que esté ;

y

ra–

ras

veces

es

el

zelo

a'

puro, que

no

esté acompañado

de

alguna vuelta

<

.1re nosotros mismos: raras veces

su-

cede" que la inclinacion.

el

humor,

el natural ) el

amor

propio ,

no sean cf>mo

el

alma de ese que se llama ze–

lo

ó

fervor•

.Nos persuadimos

4

nosotros mismos ,

y

aun

queré–

rnos

persuadir á lós otros, que

fo

que buscamos

y

lo que

nos hace obrar , solo es la gloria de Dios. Pero si solo

bu~camos

agradar

.i

Uios en los exercicios de zelo ,

i

por

que

esas

predilecéfünes

por los empleos , esas direccio-

i

espirituales de distincion

y

de

~~ccion,

por

lo~: