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NOVIEMBRE~

DIA" III.

57

firmarlos en su supersticion,

y

de hacer mas visibles

nues.tra,

debilidad

y

su fortaleza.

La

sangre que derraman pare.ce

que tiene hechizos para multi¡;>licar el número

de

ch

ris-,

tianos

y

aumentar su constancia.

No

solamente .Jos varo -

nes robustos, sino las tiernas y delicadas doncellas miran•

con ojos serenos dilacerar sus carnes ,

y

cortar sus cue–

llos con la espada. Debemos ya estar persuadidos

a

que

son débiles con esta casta de gentes todos los esfuerzo$

ordinarios. Yo he pensado un medio , por el qual po–

dremos conseguir la universal exterminacion de estos ene-,

migas de nuestros dioses, y el completo servicio de nues- · ..

tros príncipes; pero en este negocio, como en todos los de

grande importancia,

es

el agente principal el secreto, que

confio guardareis come> devotos

~e

los dioses

y

como roma....,

nos. Vosotros mismos conoceis que en esta ciudad se coptiene

una multitud innumerable de christianos,

a

la qual sería im- .

posible

vencer acometiéndolos uno

a

uno , porque fortale·

cida su alma con

no

sé qué lisonjeras ideas de otra vida, .

desprecian los tormentos '

y

nos desprecian

a

nosotros.

El

honor de nuestros dioses, lo sagrado de sus templos,

y

lo religioso _de sus ceremonias, es para ellos burla

y

es- .

carnio,

y

no podemos negar, que el verles perder la vida

con tanta serenidad

y

alegría, nos estremece

a

nosotros

mismos,

y

nos hace concebir una fuerza

~uperior

en sus

opiniones. Por tanto, he pensado que todos mueran de una

vez , y

para que ninguno quede oculto , saldrán pregone–

ros por la ciudad publicando una sentencia capciosa, que

teniendo parte de castigo

y

parte de condescendencia, llegue·

finalmente

a

ser creida. Publicaráse, pues, que

a

todos los

chrístianos

libres

ó

esclavos, de qualquiera cqndicion, se–

xo

ó

edad que sean, se les concede ámplia licencia para

que

salgan de esta ciudad ,

y

establezcan su domicilio en ·

donde fuere su voluntad; con condicion., de que en este1

recinto no haya de quedar ninguno que adore

a

Jesu-Chris–

to. Este decreto será recibido por ellos con los brazos

abiertos ! se les ob!igará

a

salir por determinadas puer7"

tas,

y a

determinada hora. Entónces vosotros,

ó

soldados, .

estareis bien prevenidos de armas en lugares ocultos,

y

quando tengais

a

vuestra discrecion aquella multitud iner- .

me , saldreis de la celada , y les acometereis

~on

de- .

nuedo, matando

indistintamente, de manera que no

.que• .

de