NOVIEMBRE. DIA II.
Jos enemigos de su salvadon, y con la gracia de Jesu-Chris–
to merecer por sus buenas obras
y
por sus trabajos la co–
rona que tiene preparada Dios
a
su fidelidad y
a
sus vic–
torias. Formando todos estos miembros un solo cuerpo
místico, cuya cabeza es Jesu-Christo,
a
todos los anima un
mismo espíritu de caridad'
y a
todos tres los une este
du lcísimo vínculo. lnterésanse los Santos con ardor en la'
salvacion de los fieles que viven en la tierra, ofreciéndo–
les su poderosa intercesion para con Dios: no desean mé–
nos la libertad de las almas santas que padecen en el pur–
gatorio; pero como en el cielo no estáa ya en esrndo de
merecer, tampoco pueden pag-ar sus deudas ni sat isfacer
por ellas. Por otra parte las afligidas almas que están en
aquellas penas nada pueden mas que clamar
a
sus herma–
nos, pidiendo oraciones y socorros, protestando que ya las
llegará el tiempo
a
ellas de acreditarlos su eterno agra–
decimiento quando se vean en posesion de la gloria. So–
lamente los fieles que viven en el mundo se hallan en tér–
minos de poder honrar
a
los unos con su religioso. culto,
y
aliviar
el
los .otros con obras meritorias
y
satisfacto-.
rías. Mediante este piadoso comercio de bienes espiritua–
les, de in tercesion , de oraciones, de limosnas, de buenas
obras, de zelo
y
de caridad, se ayudan recíprocamente to–
dos los miembros de este cuerpo místico baxo una misma
cabeza ,
y
unidos con un mismo espíritu. Esta misma sa–
grada union que reyna en todos·sus miembros, este mis–
mo Espíritu santo que anima y gobierna todo este cuer–
po, es el que habiendo señalado un dia para celebrar en la
tierra el glorioso triunfo de los Santos que
~ampean
en el
cielo, dedicó tambien otro dia
univer~al
para la memoria
y
para el alivio de las almas santas que padecen en el pur–
gatorio. Ayer publicaba la Iglesia militante los méritos
y
la -gloria de los biem1venturados que reynan en la Jerusa–
len celestial;
y
hoy se compadece de los tormentos que las
almas justas están padeciendo en los calabozos de la divi–
na justicia para expiar sus defectos. Ayer imploraba para
sí la intercesion
y
las oraciones de aquellos ;
hoy
ofrece
las suyas acompañadas de sus sacrificios por el alivio de
éstas. Ayer tributaba sus honores
a
los dichosos predesti–
nados, que favorecidos
y
colmados por Dios de ce.estia–
les consuelos, están como nadando en delicias; hoy soli-
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