.AÑO CHRISTIANO.
perfecta , tan inmortificada
y
tan sensual
cómo
la·
nueg~
tra, todavía ]os
consid
0
rásemos dignos de nuestra vene–
racion y de nuestro culto'? Confesemos que nosotros mis–
mos somos una extraña paradoxa. \)na doncella mundana
pasa
la
vida en continuas diversiones, en el juego, en los
pasatiempos. no encontrando gusto sino en las galas
y
en
la
p
ofanidad. Hace melindres de los platos mas de-
1
licados: se dispensa en
el
ayuno y aun en la abstinen–
cia :
la
comida de vigilia no la asienta ,
la
causa horror
y
está como sumergida en las del idas de
la
vida, miéci–
tras que otra hermana suya mas jóven, mas inocente
y
mas delicada que ella, encerrada en la sole·dad que es.;.
cogió, y sepultada en un claustro, pasa<Jlos dias en con–
tinuo ayuno, macera su tierna carne con rígidas
peni~
tencias , y está dedicada al exercicio de una perpetua mor–
tificacion. Sin embargo, álJlbas confian ir
al
cielo, ámbas
esperan la misma felicidad; porque al fin no hay me–
dio
~ntre
la salvacion
y
la
condenacion eterna.
O
Señor ! y qué grandes , qué importantes lecciones
nos da esa gloriosa multitud de todos los Santos
!
Qué
· inexcusable y qué poco racional hace nuestra vergonzo–
sa cobardía
!
Qué sangrientas , pero qué justas son todas
sus reconvenciones! Mi_éntras yo consulto, miéntras yo
presto atencion
a
sus ex.emplos, prestad vos benignamente
vuestros oídos
a
las súplicas que ellos os harán por mí.
No pueden ménos de· compadecerse tiernamente de .mis
descaminos y
de
mis miserias ,jnteresándose tanto como
I
se interesan en mi salvacion. Resuelto estoy
a
imitarlos
y a
seguirlos mediante vuestra divina gracia que os pi–
do, poniéndolos
él
ellos por intercesores mios. Suplicá–
moste, Señor, que
en
atencion
a
tanta multitud de in-·
tercesores como ruegan por nosotros, derrameis con abnn–
dancia en nuestros corazones los tesoros de vuestra mi–
sericordia:
qutl!surnus: ut desiderátam nobis tute propitia–
tiónis abundántiam, multiplicátis intercessóribús la_rgiáris.
(
'
J
AC U L A T O R l A S.
Quam magna multitúdo dulcédinis tute, Dómine
,
quám
abscondfsti timéntibus te!
Salm.
30.
O, Señor, qué
consuelos qué dulzuras teneis
reservadas
para todos
los que
os temep
J
Si