NOVIEMBRE.
DIA
I.
todo lo· contrarío. Ellos quisiéron ser santos: bien; pe–
ro qué querernos ser nosotros, ni qué podemos esperar
ser, pareciéndonos tan poco
él
ellos
~
Dirás ,
es
menester -
ser un ombre santo para hacer lo que hiciéron los San–
tos. Ar
ye~
mal; ántes has de discurrir al contrario:
es menester hacer lo que ·hiciéron los Santos
para
ser
santo. Vamos de buena fe: quando se nos ofrece
a
la
consideracion aquella vjda arreglada
y
exemplar, aque–
lla vida pura
y
penitente, aquella vida dev-ota
y
fervo–
r osa que hiciéron los Santos. en el mismo estado,
y
mu–
chos de ellos en la misma edad en que nosotros nos ha–
llamos, no nos da gana de preguntár si los Santos fué–
ron de todas las edades
y
de todos los paises? Quál
fué
su pureza de costumbres! Con quánto horror mfráron ei
pecado! Qué distantes viviéron del ·espíritu del mundo,
de sus máximas, de sus fiestas
y
de sus diversiones. Vigi.::
)antes siempre contra todo lo que podia manchar la li-m–
pieza de su corazon: siempre atentos al mas exacto
cum~
plimiento de sus mas mínimas obligaciones : ocupados'
siempre en el importante neg-ocio de su eterna salvacion,
cada dia mas aplicados
y
mas fervorosos en
el
exercicio
de
una oracion casi continua : Tígidos
y
austeros hasta
en las necesidades mas indispensables de la vida : qué guer–
ra no biciéron perpetuamence
a
SUS
pasiones
y
a
' US
sen-
• tidos ! Qué . mortificacion tan ·constante
y
tan. universal!
Dexarse ver ellos
en
los expectáculos profanos
!
Sí por
cierto! Les parecia que se equivocaban con los gentiles ,
y
-
que hacian un insigne agravio al nombre
de
christianos.
Pero con qué reserva procedían en todo lo que podia ·al–
terar la caridad
!
Qué · devocion tan tierna era la suya!
Qué conciencia tan delicada ! Todo su gusto era pade–
cer .trabajos : ocupábales todo el tiempo
el
pensamiento
de
la eternidad,
y
no acertaban
a
comprehender cómo
un corazon hecho para Dios ·podía encontrar consuelo ni
descanso ·en · las criaturas. E sto es en parte lo que
füé~
ron los Santos. Admirámonos de To que
hi~iéron;
pero
acaso podían ellos hacer ménos para ser santos '? Mas
mps
debi~ra
admirar que lo hubiesen sido haciendo· lo que .no–
sotros hacemos.
Y bieñ ;
qué concepto formaríamos
dt:!
la
santidad y de nuestra religion , si leyendo la,s historias
~e
los
Santos,
r
hallando que
su
vida había sido tan
im-
per-