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ro8

AÑO

CHRISTIANO.

Pero los que fuéron testigos del prodigio ,

dis(!urrié–

ron con ·tanta

piedad~

Persuadidos

a.

que allí habia cosa

de encanto ., y

a

que no era posible tener tan sujetos aque·

llos animales sin que aquel hombre se entendiese con el

diáblo , le

~altratáron

a

su satisfaccion' despojáronle de

su

túnica ,

y

fuéronse con ella. Qué hizo entónces el sier–

vo de Dios

~

Lo que debe hacer todo buen disdpulo de

Christo. Fuése tras ellos con gran paz , sin encono

~

sin .

turbacion ..

y

lps dixo con· alegre mansedumbre :

Herma–

nos, tomad tambien esta hacha, que es lo único que me ha

quedado.

Así hablan los Santos, nunca mas alegres que

quando despojados de toao, solo poseen

a

Dios; pues quan-

1' to ménos tienen en la tierra se hallan mas expeditos, mas

ligeros y mas ágiles para elevarse hasta Dios., que debe

ser su eterna posesion en el cielo.

Prac~icó

a

la letra nues–

tro solitario el consejo del hijo de Dios :

Si alguno te quita

la ropa, alargarle tambien la capa;

pero este exemplo

·no hizo fuerza

a

los que con tan poca humanidad le des–

pojáron, aunque ta rdáron poco en conocer lo mucho que

valia

aquel hombre

a

quien acababan de ultrajar. Vol–

víanse todos por su camino , quando un suceso los hizo

abrir de repente los ojos y · admirar la virtud del solita–

rio. Tenian que pasar por un pantano ,

y

al llegar

a

él

se paráron inmobles los caballos. Conociéron su error,

y

retrocediendo adonde estaba el siervo de Dios, le

re~ti-

. tuyéron lo que le habian llevado,

y

le diéron satisfac–

cion. Refiriéron al rey sus aventuras, y el rey despachó

un criado al santo solitario , rogándole que pasase

a

la

corte : hízolo Florencio , y apénas entró en palacio, quan- -

do le honró Dios con un milagro.

Ba~ilde,

hija primogé·

nita dél rey Dagoberto , era ciega

y

muda desde su na–

cimiento: al instante vió

y

habló, siendo sus primeras pa–

labras otro segundo prodigio ; porque dirigiéndose al

Sanr

to , le saludó de esta manera .:

Seas bien venidq

,

Floren–

cio

,

siervo de Dios

., siendo así., q,ue hasta entónces nin–

guno sabia su nombre. Desde el quarto de la princesa pa–

só ·Floreado al del rey, y no habiendo en·la antesala quien

tomase su

m~nto,

le colgó en el ayre

a

un rayo del sol,

donde se mantuvo todo el tiempo que duró la audiencia.

Asombrado el príncipe .de ver maravillas sobre maravi–

llas, hizo donacion al Santo de una parte del posque para

/

~