AÑO
CHRISTIANO.
advertía el consuelo, la sati faccion , y
la
animosidad, se
veian pintados en los semblantes de los fieros ministros
la
desesperacion
y
la rabia, viendose confundidos con los
mismos medios que habían elegido para infundir terror.
Al
fin , quiso Dios permitir
a
la voracidad del fuego que
consumas!!
la
victoria para adornar las heróycas frentes de
sus Siervos con las coronas de gloria imarcescible que los
tenia preparadas ;
y
en la misma postura de cruz alcanza–
ron un triunfo semejante al que el Rey de los Mártires
consiguió en una Cruz en medio de la tierra. Sus
alma~
purificadas como
ed.
oro en el crisol , salieron de entre
la~
llamas , puras
y
resplandecientes para subir
a
~er
inmor–
tal adorno de la celestial Jerusalén: y el benignísimo Dio!;
que
en
medio de los triunfos
al~gres
que consiguen sus ju
s–
tos' tiene presentes
a
los mas obstinados pecadores' para
ofrecerlos los tesoros de su misericordia , quiso que al tiem–
po que subian las almas de los tres vencedores
a
recibir el
premio de su marthio, fuesen vistas de Babilon y Migdo–
nio , Christianos, y
cr~ados
de la
h.ija
del Pretor. Sorpren–
-didos de la
VÍSÍOil
portentosa, avisaron
a
SU•
ama para que
fuese testigo de la divina maravilla, y de la gloria que
habían con eguido Fructuoso, Augurio
1
y Eulogio, en pre–
mio de sus-tormentos.;Llamaron tambien al Pre idente con
el mismo fin; pero como la virginidad
es
tan
amada del
Cielo, como odiada la obstinacion y desconfianza, logró
la
hija
por ser Virgen, como dice Prudencio, el distingui–
do favor de ver gloriosos
a
los Mártires, de que
se
hizo
in–
digno
su
pad re por la ceguedad en sus errores.
Insultaba éste
a
sus criados
y a
su hija' burlandose
de
sus dichos, y negando que
sus
visio~es
pudiesen ser efec–
to
de otra cosa que la debilidad de sus cabezas; mas para
castigar su presuncion,
y
glorificar
a
sus Samos, hizo Dfos
que se le apareciesen vestidos de unas Estolas hermosísi–
mas
y
resplandecientes, que indicaban en su claridad
y
be–
lleza la firmeza
y
certidumbre de las promesas divinas.
Re–
prehendieronle además con la mayor aspereza
su
crueldad,
naciendole ver quan falsamente estaba persuadido'
a
que
el
haberlos mandado quemar fuese un mal verdadero, pues·
to que veia con sus ojos la grande gloria de que gozaban
aquellos mismos
a
quienes babia abrasado los cuerpos; pero
Emiliano quedó
tan duro
y
obcecado deipues de la
terrible
re-