AÑO CHRISTIANO.
le con lágr imas en los ojos un Lector suyo ,. por nombre
Augustal, q__ue perm.i.tiese descalzarle
1
respc:ndi<? el Santo
Obispo:
Dexalo, hi¡o, que yo me descalzare animoso, con–
tento , y cierto de las divinas promesas.
Descalzóse el San–
to,
y entónces se llegó
a
él otro Christiano llamado Feliz,
y
tomándole la mano derecba le pidió encarecidamente
que se acordase de él en aquel sacrificio que iba hacer.
a
Dios de sí mismo, y quando estuviese gozando .del pre–
mio eterno ¡debido
a
su victoria. El Santo con
.VOZ
cla–
ra
qu~
oyeron todos los circunstantes le respondió:
Lo
que conviene es que tenga presente en mi memoria
a
toda
Ja Iglesia Católica estertdida desde Oriente al Occidente:
Respuesta divina que enseñó la economía y justa di–
reccion que debe hacerse de las oraciones,
y
de que se
valió San Agustín en el Sermon dicho, para intimar la·
unidad de la Iglesia, diciendo en boca del Santo
Mártir:
Si quieres que ore
y
pida por ti, no te separes de aque/r
místico Cuerpo de aquella Iglesia Católica por quien oro.
,
Ya estaba el Santo
a
la puerta del Anfiteatro : sus
ojos
habían advertido la pyra sobre que su cuerpo babia de
ser quemado en ,grato holocausto al
Dios
de las alturas.
El Espíritu Santo movió entonces su corazon
y
sus labios
para decir
a
los Fieles una profética sentencia, que con–
tenía el mayor consuelo que en aquellas tristes circuns–
tancias podia darlos. La persecucion estaba declarada , la
fiereza y la crueldad unidas eran el espíritu del Juez ini–
quo que, la promovia; veían con sus ojos los tormentos
que estaban destinados
a
la confesion constante de Jesu–
Christo. Muerto el Pastor se contemplaban desampara–
dos , y faltos de la celestial doctrina, de sus palabras
y
su exemplo ,
cap~ces
de sostener los corazones mas cobar–
des y mas tibios. El dolor, la tristeza, la consternacion,
y el desamparo se veían pintados en los semblantes me–
lancólicos y llorosos de los Fieles. San Fructuoso lo veía
todo y lo sentia todo,
y
queriendo asegurarlos y consolar–
los
a
un mismo tiempo fortaleciendo su voz, y rigiendo su
lengua el espíritu divino, prorrumpió clara
y
distinta–
mente en estas palabras llenas de consolacion:
Hijos mios
muy
amados, estad ciertos de que
ya
de aquí adelante no
os
ha
de faltar Pastor, ni menos podrá faltaros
la
caridad
del
Señór
,y
su prom':sa, tanto ahora como
en lo
futuro:
Es-
tos