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ÁÑO CHRISTIANO.

MEDIT ACION

DE LA DIVINA GRACIA.

PUNTO PRIMERO.

C

onsidera, que sea la que fuere tu condicion,

y

la di–

versidad de obstáculos que halles en

mismo ,

y

la

dificultad de vencerlos, nunca podrás quejarte con razon

de que te falta la gracia necesaria para superarlos. Por vi–

vas y dominantes que sean tus pasiones , por grande que

sea tu flaqueza, siempre tienes una

grac.ia

bastante pode–

rosa para vencer

a

toda suerte de enemigos que se opon–

gan

a

tu salvacion.

La

gracia no es particular

él

ningun es–

tado con preferencia de otro. Es un socorro sobrenatural

• y divino , con que Dios nos hace querer el bien y execu–

tarlo.

Es una inspiracion santa que i1ustra el espíritu, mue–

ve el corazon, y nos hace amar nuestro sumo bien : ya es

un remord imiento que inquieta

y

perturba la conciencia:

y a es un pesar que aflige al alma : ya es un temor que

la

amedrenta:

ya

es una dulce esperanza que ·1a aníma

y

la

consuela.

Y

en qué estado , en qué condicion

ó

fortuna

puedes hallarce que no sientas muchas veces varios efectos

de esta gracia?

El

hombre mas extragado en sus costumbres,

no puede menos de pensar alguna vez en los horrores que

trabe consigo una vida licenciosa. Quién es el que algu–

na vez no tiembla al ·acordarse de su futuro

destino~

En

qualquiera situacion que puedas imaginarte , llevas siem–

pre dentro

de

tí mismo un rígido y severo censor de to–

das tus acciones y pensamientos mundanos, y un apolo–

gista perpétuo de la vi rtud que has abandonado. No pue–

des auóque quieras hacerte sordo

a.

una voz interior que

continuamente reprehende

tus

excesos,

ó

aplaude tus

buenas obras.

Y

no son todos estos unos efectos de

la

gracia ' que te dirigen y te excitan

a

obrar tu eterna sa–

lud, si quieres corresponder

a

estas santas inspiraciones?

Si

no te sal vas pues en tu estado, no te quejes

de

Dios que

te

p

casea .sus gracias ; quejate sí de tu poca fidelidad

él

sus mercedes. La gracia del Señor ha formado

y

forma ca–

da d ia Santos en todas las condiciones

y

estados.

Es

muy

cierto que en cada condicion se halJan estorvos

par-