E XE RCICIOS
Diciembre. dad de sus perseguidores. Pero por lo mismo hacen
sin querer mas visible su virtud y la malicia de sus
~enemigos;
hacen
su
p>-ropia apología , queriendo ha–
cer la de los otros.
¡A
·qtlé excesos, gran Dios, no se
dexa llevar
el
zelo que no es segun ciencia!
~y
quién
.es capáz de
detenerle~
La conc:iencia
y
la
Religion,
que sirven de freno
á
las otras pasiones , le sirven de
aguijón,
y
en
el
mismo de.lito
le
inspiran la seguri–
dad, que acompaña
á'
las acciones mas santas. Los
pretendidos hombres de bien qe partido , son los que
están así engañados
y
seducidos;
á
todos los otros los
tienen por impostores y seduB:ores.
A
la verdad, en
un
falso zelo hay siempre mucha ignorancia; pero
iodavía hay
mis
orgullo, y mas
seo de la indepe.n:.
dencia. El
Judío,
tan orgulloso como el Pelagiano,
no atribl]ye su justicia sino
á
sus obras. El Novador
libert;no no la atribuye sino
á
su fe;
el
humilde fiel
atribilye
la
suya
á
la
fe y
·á
la gracia, á la que no
ha..
/
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mas que eooperar con sus obras. De este modo
no
tiene de·que gloriarse quando es justo,
y
tiene de que
humillarse quaRdo es pecador. La ley
no
fue dada si–
po para
conocer
al
Mesías , .para confirmar las pro–
mesas que se
habian hecho, para trazar
las
:figuras
gue le representaban, y para salvará los que creían
en él aún antes de su venida. Es el conocimiento de
Jesu-Christo aquella llave misteriosa de David, que
abre
el
Libro d€-
Ja
Ley; y as5Í , el Judío que descono–
ce al
que
es el
fin
de la Ley, no puede entrar en el es-.
píritu de la Ley, ni ser justificado por ella.
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