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EXERCICIOS

Diciembre.

Padre me aborrece con un ódio infinito,

y

no me re–

conoce mas por su hijo. Este Rey benéfico ya no me

mira sino como

á

un vasallo rebelde. Este Seiior bue–

no

y

caritativo no quiere confesarme mas por su discí..

pulo; ya no me trata como Padre , ni como Señor, si–

no como Soberano Juez ; ya no me mira sino como

un objeto execrable á sus ojos' y condenado por toda

la eternidad

á

los mas espantosos tormentos. Por mas

que reunamri¡en nuestro entendimiento todos los tér–

minos ,

to~á.S.

las expresiones, todo lo que la fe y la

razon nos 'pneden sugerir, no comprehender,.mo ja–

más la infelicidad que es perder

á

Dios. Sería necesa–

rio poder comprehender lo que es Dios, para com–

prehender la pérdida

y

la infelicidad que es perderle,

y

perderle para siempre. Este es un mal que es todos

los males,

y

priva de todos los bienes; es un mal eter–

no, pues no

hay

remedio para él;

y

ninguna cosa de–

be, ni puede jamás disminuirle, ni hacerle cesar. El

Sol se obscurecerá, los Astros dexarán de lucir sobre

la

tierra, el Cielo pasará; mil millones, cien mil mi–

llones de siglos habrán pasado,

y

el condenado será

siempre el objeto de Ja execracion

y

del furor de

Dios;

y

el condenado no habrá visto disminufrse, ni tendrá

esperanza de er disminuirse jamás sus penas.

¡Oh

Dios

mio,

y

se

tiene por nada el perderos!

PUNTO SEGUN D O.

C

onsidera que lo que hace todavía mas amargo

el terrible pesar que causa la pérdida eterna de

un Dios, es la' ista de la nada de todo

lo

que nos le ha

hecho perder. Quándo por ganar todo el Uni erso ,

y

cien