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NUESTR.~Ó.
8·1-
zélos ,
e
irritaba la bilis de los Sacerdotes',
de
los·
Es-:.'.)
cribas y Fariséos : esta raza de vívoras, como los lla–
ma el Salvador ,(q)austéros,modestos y aijjll'eligiosos
a
los 'ojos de los hombres, y en el fondo soberbios,
y
lle–
nos de hipocresía
y
de iniquidad, no podían vér sin
despecho la distincion tan visible
que·habí~
entre
la
san–
tidad pasmosa de la vida de Jesus
y
fa
disolucion
e
irre–
gÜlaridad de la de ellos. Como el Pueblo tocaba es ta di–
ferencia' los miraba con el mayor desprecio;
y
ellos
ponían el mayor estudio en vér como hallar algun pre–
texto para desacreditar
a
Jesu-Christo en
la
opinion
del Pueblo. Un nuevo milagro que hizo el Salvador un
Sábado, les pareció una bella ocasion para exhalar su
~
bilis,
y
desacreditarlo.
™
§.
XX.
LA CURACION DEL PARALITICO.
H
Abiendo ido Jesu-Christo
a
Jerusal~ n
para
la
fiesta de Pasqua (era esta
la
segun'da,despues de
su predicacion) entró donde estaba la piscina : era
esta un depósito de agua cerca .del atrio d_el Tem–
plo , donde asistian siempre una infinidad de en–
fermo_§-, que aguardaban qué el Angel del Seiíor
moviese el agua ., porque el
primer~
que baxaba
a
la
piscina inmediatamente despues que el Angel hubie–
se movido el
agu~,
curaba al misry:10 instante .de qual–
quiera enfermedad que tuviese. Había allí un paralíti–
€0'
que de:spues de treinta•
y
ocho años que había'es–
perado para vér si podía entrar el primero. en la pis-
•
1'
ci-
(q)
Matth.
23.
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