SEñOR NUESTRO.
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.
juntamente con
la
camilla en que estaba tendido: ad–
mirado Jesus de la fé de aquellos hombres, le d ixo al
- paralítico:
Hijo, tus pecados te son perdoni!//ios. (p)
Al
oír esto los Escribas
y
Fariséos que estaban pres ntes,
se escandalizaron .·Este hombre blasfema, decían den–
tro de sí mismos; porque, ¿qui ' n puede perdonar los
pe<:ados sino solo Dios'?
J
esus, que veía claramente sus
p ensamientos, les dixo: Para haceros vér por la cura–
cion de este paralítico, que tengo poder para perdonar
pecados,
y
que me es tan facil decir, Tus pecados te
.son perdonados' como decir
a
un paralítico de todo el
cuerpo, Levántate
y
vete al instante; para que sepais
que tengo este poder, el que verdaderamente es pro–
pri-o
y
privativo de solo Dios , corno vosotros lo pen–
sais, digo al paralítico :
L evántate: To t e lo digo :to–
ma tu lecho ,
y
vete
a
tu casa.
Dicho
esto levántase el
paralítico ; ponese el lecho sobre sus hombros ,
y
se
vá
a
su casa, publicando las grandezas de Dios,
y
dán–
dole mil gracias. Al vér esto, quedaron atónitos todos
los circunstantes ,
y
cada qual por su parte exclama–
ba : Un hombre que puede perdonar los pecados,
y
que para prueba de este poder cura
a
nuestra
V
Ísta
a
-u n paralíticº, no puede menos de ser Christo Hijo de
Dios. Este milagro no se publicó solamente en la co–
marca;
la
fama de él bien presto se esparció por toda
la Síria; de modo, que de todas partes venían las
gen-
'
I
\
J
tes en tropas a ver
y
oir a e_sus.
Aumentandose la mies, fue menester aumentar
el numero de los operarios. Matéo, . por sobrenom–
bre Leví, era un Publicano , esto es , un Recetor
o
Comisionado para la
cobran~a
de los impuestos car-
ga-
(p)
Luc.
5.