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V1DA
DE
CHRISTO .
.
L
efeBo, mientras que
los
Discípulos del Salvador iban/
a
la
Ciudad
a
comprar que comer, fue la muger
a
sa–
car agua del pozo : era
la
tal de
fa
$eé1:a
qe
los
Sa–
maritanos, enemigos declarados de los Judíos. Estas
dos Naciones se tenían un ódio recíproco. Habiendola
pedido Jesus de beber, conoció facilmente que era
Judío;
y
le dh¡:o , que estrañaba mucho que un Ju–
dío pidiese de beber
a
una muger Samaritana ; perG
Jesus la respondió con
la
modestia
y
mansedumbre
que acostumbraba:
Si
conocieras el dón con que Dios
te favorece,
y
quién es
el
que te pide de beber, qui–
zá
tú le hubieras pedido primero que apagára tu sed,
y
él te hubiera dado una agua viva. Tomando la mu–
ger estas palabras
a
la letra,
Je
dixo
a
Jesus : Señor,
si tú no tienes con
qu~
sacar
el
agua ,
y
el pozo es–
tá hondo, idónde tienes esa agua viva'? t,Acaso eres
mas poderDso que nuestro padre Jacob, que nos dió
este pozo'? Qua1quiera que bebiere del agua de este
pozo, respondió el Salvador, tendrá todavía sed; pe–
ro el que bebiere del agua que
Y
o
le daré , no tendrá
jamás sed;
y
el agua que
Y
o le daré , se hará en
él una fu'ente de agua, que saltará hasta
.la
vida
, eterna.
.
Dame de
esa
agua , Señor , replicó la muger,
· para que
jamás
tenga sed , ni me véa en precision
de
venir mas·
a
sacarla de este pozo. anda' la dixo
J
esus, llama
a
tu marido .,
y
vuelve. No tengo ma–
rido, respondió
la
muger : Tienes razon en decir que
no tienes marido ., replicó el Salvador ; porque has
tenido cinco , el · que ahora tienes no es tu marido.
A
estas palabras quedó corrida la muger ;
y
que–
riendo desviar con arte
una
conversacion que no era
de