SEñOR.
NUESTRO.
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· Padre , enviando su Hijo : podía condenar
a
los hom–
bres
a
las justas penas que merecían sus pecados;
y
sin
embargo' me ha enviado
a
mi para
pon~los
a
todos
en estado de salvarse ; de suerte , que si algunos se
perdieren , se perderán solo por su culpa,
y
contra la
voluntad sincéra que tiene Dios de salvarlos
a
todos.
f;
Quién m'1:S inexcusable que aquel que
a
medio dia se
precipita en un hoyo , por no haber querido abrir los
ojos
a
la luz '? Ha venido la luz que alumbra
a
todo
hombre que viene al Mundo: alumbra
y
luce ; y sin
embargo, los hombres aman mas las tinieblas que
la
luz : ¿ que hay que estrañar, pues, si su ceguedad
voluntaria los precipita en las últimas desdichas'? Este
razonamiento fue corno un resumen de toda la
Reli–
gion de su doéhina: tornprehendió muy bien Nicode–
mus toda la santidad de la Religion que venía Jesu–
Christo
a
establecer :
y
así se le unió inviolablemen–
te, le siguió sin apartarse jamás de él , y no dudó yá
que el que le hablaba era el Mesías.
§.
XVI.
SAN JUAN DA TESTIM IY IO
,
de
Jesu-~hristo.
H
abiendo salido el Salvador de Jerus·alén despues
de acabada
la
fiesta , volvió con sus Discípulos
a
las riberas del Jordán ': es verisimil, que les dió por
su mano el nuevo Bautismo, de que el de Juan no era
sino una sombra;
y
que ·1es dexó el cuidado de bauti..:.
zar
a
los que de todas partes venían
a
él.
Los Discípu-
1
2
los