SEnOR
NUESTRO.
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xar de c1amar contra el escándalo público , que dab<i
Herodes Antipa , el qual se había casado con su cu–
fiada Herodías, viviendo todavía su
her~ano
Filipo:
esta impía hembra se
la
juró al Santo Predicador ,
e
importunó tanto con sus solicitudes
e
instancias
a
He–
rodes, que aunque este Príncipe respetaba
a
Juan
Bautista, lo hizo prender con el pretexto de
qu~
atrahía demasiada gente
a
su bautismo; pero
la
verda–
dera causa era, porque San Juan decía claramente que
no le era permitido
a
Herodes tener por muger
a
la
muger de su hermano,
y
que esto era un escándalo
público. Sabiendo el Hijo de Dios
la
mala voluntad
que le tenían los Fariséos, y previendo que podrían
inducir
a
Pilatos , Gobernador de
la
J udéa,
a
hacerlo
prender baxo el mismo pretexto, pues todavía iba mas
gente
a
oírle , que jamás había ido
a
oír
a
San Juan,
¡alió de Judéa ;
y
volviendo
a
Galiléa por Samaria,
y
sintiendose fatigado, se sentó en el brocal de un
pozo, que
se
llama la Fuente de J acob , distan–
te algunos centenares de pasos de
la
Ciudad de Si–
car , hoy Napelusa ; pero en este pararse
a
descan–
sar , tenía menos parte el cansancio que el zelo de
la
¡alvacion de las almas.
§.
XVII.
LA CONVERSION :PE LA SAMARITANA.
A
Guardaba allí el Salvador
a
una muger de una
condicion demasiad
baxa
pero gran pecado–
ra' que había de venir
a
aqu 1 pozo
a
sacar agua; en
efec-