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SEñoR
NUESTRO:
•193
mas
indigno
trafi co. Aquella misma
tarde
se
volvió Je–
süs a -'.Betanfa con sus Após toles:
el
dia
sigiz~nte
por la
mañana volvió
a
J~ rusalén;
en eJ
~amino'
hablendose
acercado
a
una f.iigue ra,
y
no habiendo hallado en ella·
fruto,
la
maldixo , aunque
no
era _tietnpo de higos;
secóse
el
arbol al instante ; lo que l e hizo decir
a
los
Apóstoles que parecieron sorprehenderse del caso,
que
aquello era una figura, que debía hacerles entender que
el fiel
jamás
debe estar sin fruto. B.abiendo entrado
en.
el Templo, se
v ió
rodeado de muchas gentes; entre
la~
qua les había muchos Escribas
y
fariséos, los que ha–
b iendo o ido
la
parábola que ks propuso
~ntonces
de los
convidados
a
la
boda del
hijo
del
Rey,
y
que se
es~usa.,.
ron todos de admitif
la
honra
que
~l R~y
les
had~q
y
la
del amo
que
entrega
d
dinero
a
sus criados
para
ne....
gociar con él,
y
que
castig~
tan severamente
al
criado
aragan
e
infiel ~
por no
hab~r
aumemado con la nego–
ciacion
la
suma qu·e
habi~
recibido; finalme
~e,
habien–
do oido todo lo que
J
esus dixo del Juicio final ,,
y
de
la
terrible sentencia del Soberano Juez, conocieron
clara~
mente
que
era de ell0s de quienes hablaba Jesus, Vien..
dose, pues , pintados en
la
mayor parte de sus parábo...
las,
y
rebentando de despecho, hubieran querido pren–
derle ; pero no se atrevieron
a
echarle la mano, terpien–
do ser maltratados del Pueblo. Como la hora
de
J
esus
era
yá
llegada, no se ocultaba de ellos-: por el día se
Clexaba vér en el Templo,
y
por la tarde se_.retirabaal
monte Olivete a pasar la noche er:i
Oracion~
c.
Eb
§.XLVII!•