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SEñOR NUESTRO
I
97
porque pondrán en venta al que no t iene precio,
y
ha..
rán padecer al que cura las enfermedades
perdona
los pecados,
y
recibirán las treint a monedas de plata,
que fueron el precio que los hijos de I s1·aél dieron por
el qqe compraron.
El dia siguiente , que era J ueves , vispera de su
muerte, no entró
J
esus por la mañana en la Ciudad de
Jerusalen; quedóse en
e1
monte O livete, en donde ha–
bló largamente con sus A postoles de su muerte ,
y
los
dió muchas saludables ins trucciones, especialmente por
lo tocan te
a
la caridad mutua que debían tener se unos
a
otros : contentóse con enviar
a
P edro
ya
Juan,
para que prepararán lo que era necesar io para celebrar
la Pasqua: Andad , les dixo,
a
la Ciudad; al entra r en
ella , hallareis un hombre que lleva un cantara de
agua, seguidle ;
y
en donde quiera que ent rare, decid
al amo de la ·casa que Yo qujero celeb rar laPasqua eri
5U
casa con mis D iscípulos: el tal os enseñará una grao
sala , alta, alhajada toda
y
d is puesta, aparejadnos allí
todo lo necesario. Hicieron Pedro
y
J uan lo que se les
había mandado;
y
al cáer de la tarde se fue
J
eslas
a
di–
cha casa con todos sus Apóstoles.
§.
L.
l
J
ESU-C RI STO CELEBRA LA
.e
E .N A,
lava los p ies
a
sus Apóstoles
,
e
instit uye· la
,
Divina Eutaristía.
L
legada
fa
4ora ;
Sé
puso
J
esus
a
la mesa. Mostró
entonces este D ivino Salvador el deséo ardiente
·
que
.
~
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