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VIDA DE CI-IRISTO.
quien todo el mundo reconoce todos los
ra~gos
y el
ca–
ráéter del
tf
esías. Esta fue la deliberacion
y
la con
el
u...
sion de aquel impío Consejo.
Este hombre dice positivamente que es el Hijo de
Dio~,
que es Christo, que es el Mesías : en prueba
de ello , obra en el nombre de Nios
su
Padre los mi–
lagros mas inauditos, hasta resucitar muertos enterra–
dos quatro días había , medio podridos, y que despe–
<Ean de si tal hedor , que no se podía sufrir. Si lo de–
xamos en paz , todo el mundo creerá en él,
y
los Ro–
manos que
yá
nos han subyugado,
y
hecho como sus
tributarios, acabarán de destruirnos , se apoderarán
de esta Ciudad, y aniquilarán nuestra Nacion. Uno
de ellos, llamado Cayfás, el qual era Sumo Sacerdo–
te aquel año , les dixo entonces: Vosotros no enten–
deis de esto: ¿,No veis que es interés vuestro que un
hombre solo muera por todo el Pueblo,
y
que no pe–
rezca toda la Nacion? Hablaba mejor Cayfás de lo que
se imaginaba: su pensamiento era que valía mas sacri–
ficar
aJ esus 'haciendolo morir ' sin otro motivo' que
porq'
l.lecon sus milagr0s atrahía
a
sí demasiadas gen–
les, las quales podrían reconocerle un dia por Rey,
y
dar ocasion con esto
a
los Romanos para arruinar el
país
y
el
Templo; y que así, valía mas sacrificar un
so~o
hombre que todo
el
Pueblo , y prevenir con
la
muerte de uno
la
ruína de toda la Nacion.
Esto era lo que Cayfás quería decir ; pero
Dios
daba un sentido muy diferente a lo que decía. Cayfás
Jrnbló por su espíritu particular, como politico ; pero
al misrno tiempo habló por el espíritu de Dios, co–
mo Profeta, en calidad de Sumo Sacerdote, diciendo
que convenía que]esus muriese, no s-010 para salvar
'
a