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SEñOR NUESTRO.
173
la
muerte de su hermano. Sabiendo Marta que llegaba
J
es u 'corre
a
encontrarlo fuera de la
p~blacion
'
y
bañada toda en lágrimas, le dice:
(a)Señor, si hubie–
ras estado
aquí,
mi hermano no hubiera muerto; pero sé
que
eres todo poderoso;
y
esto es lo que me consuela.
Dixola
J
esus:
Tu hermano resucitará.
Marta le respon–
dió:
S'
que re
citará en e1 último dia al tiempo de la
.
resurreccion. Yo soy la resurreccion y la vida, replicó
J
esus; el que cree en mí, aunque hubiere mu rto , vi–
vira; y qualquiera que cree en mi, no morirá para
siempre :
¿,
Creeis esto'?
Si Señor
,
respondió M rta,
yo creo
que
vos sois Christo Hijo de D ios vivo,
que has
venido
a
este mundo.
Dicho esto, corrió Marta
a
avi-
ar
a
su hermana Maria ,
y
la dixo al oíd : El Maes–
tro ha llega_do
y
pregunta por tí. Al oír e
t
Maria, se
levanta'
y
vá
a
encontrar a Jesus fuera d
!
lugar' en
el sitio en donde Marta
lo
había encontrado. Siguie–
ronla todos los que estaban con ella en casa , imagínan–
dose que iba
a
llorar al sepulcro de su hermano.
Luego que hubo llegado al lugar donde estaba Je–
sus, se postró
a
sus píes ,
y
le dixo llorando, Señor,
si
hubieras estado aquí , no hubiera muerto mi h r–
mano. Viendo Jesus llorar
a
las dos hermanas ,
y a
los
J
udfos que habían venido , se enterneció hasta
derramar tambien él algunas lágrimas. Al vér esto los
J udíos , se decían unos
a
otros : Mirad como le ama–
ba. Algunos dixeron tambien: ¿,Este que ha dado
vis–
ta _al ciego de nacimiento, no podía hacer que Lázaro
no muriera '?Preguntó entonces el Salvador , en don–
de lo habíaa enterrado, no porque lo ignorase , pues
todo lo sabia, sino porque quería que los circunstan-
tes
(a)
Joan.
I
I.