SEñOR.
NUESTRO.
I
49
i.
Quién eres
tú
replie'aron los Judíos
?
Respondióles
J
esus:
ro, que os hablo, soy ante todas las cosas.
Como
si dixera: Yo que os hablo, soy el princip.m y el cria–
dor de todas las cosas; yo soy el que os he dicho que
yo era el Hij'o de Dios; Yo soy la
l~z
del mundo , el
pan de vida , el Mesias tan ardientemente deseado y
por tanto tiempo esperado:Yo soy el Salvador del mun–
do. Todavía tengo bastantes cosas que decir de voso-
1ros, y por que condenaros; pero quando hubiereis le–
vantado al Hijo del hombre, entonces conocereis quien
soy, y sabreis que siempre os he dicho la verdad. Ha–
bla aquí Jesu-Christo de su muerte de cruz : despues
de mi muerte, les dixo, conocereis que soy Dios; que
en todo quanto hago, obro de concierto con mi Padre,
y
que vuestra suma infelicidad será
el
no haber querido
conocer lo que soy.
Hablando Jesus estas cosas , dice el sagrado His–
toriador, que creyeron muchos en él ; y encarando–
se
a
ellos el Salvador , les dixo : Si permaneceis fir–
mes en creer lo que os he dicho , sereis efeétivamen–
te mis Discípulos , conoc.ere is Ja verdad, y la verdad
os
pondrá en libertad. ¿Como nos dices , le replica–
ron, sereis libres, pues como .... descendientes que so–
mos de Abrahan, nunca hemos sido esclavos'?
Replicó~
les Jesus: Sabed que el que peca es esclavo del peca–
do; si vosotros sois hijos de Abrahan, haced obras dig–
nas de Abrahan ; ¿pero
n0
me direis, por
qué
buscais
como quitarme la vida
a
mí ·,
que os he dicho la ver–
dad, la qual he aprendido del
~ismo .
D¡os .? Cierta–
mente que Abr:ahan no obró jamás de esta suerte. Al
oír
esto algunos del auditorio, · le dixeron: Nosotros
no tenemos sino
un
padre, que es Dios.
Si
Dios
fuera
vues-