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SEñOR

NUESTRO.

r47

había de volver

a

la Nacion su primer lustre

y

magni–

ficencia: por esto Jesu-Christo se representa

a

si

mis~

mo sobre un Trono,

y

establece

a

los

Ap~stoles

los

principales de su Corte. Solo hace mencion de las do–

ce Tribus, porque en ellas se encerraba toda la

Na–

cion;

y

baxo esta Nacion entiende el" Señor todos los

hotnbres, así como por el cien doblado aun en esta. -

vida, entiende aquella p·az del alma: que es sobre los

sentidos, aquellas consolaciones interiores, aquellas

bendiciones espiri tuales y aun temporales , de que son

colmados los que habiendolo dexado todo por Dios, .

siguen

a

Jesu-Christo,

y

viven

seg~n · su

espíritu, sus

I

consejos

y

sus max1mas.

Como el número de los que creían en J esu-Chris–

to se aumentaba cada dia, la envidia

y

el ódio de los

Sacerdotes, de lo_s Escribas 'y Fariséos se i::iflamaba

mas

y

mas cada dia. Habiendo ido el Salvador al

Tem–

plo,

la

tomaron otra vez con él los Fariséos; pero bien

presto quedaron confundidos.

(a)

Habiendo. dicho

Jesus que el era la luz del mundo ' y que los que

le

siguen caminan siempre con luz

y

de dia

~

le dixeron

los Fariséos:

das testimonio de ti mismo ,

y

asi tu

testirnonio no debe ser recibido. Respondi'óles J estis:

Aunque Yo doy testimonio de mi , mi testimonio es

legitimo, porque yo sé de donde he veniao

ya

donde

voy; pero vosotros no sabeis , ni de donde he veni–

do ' ni

a

donde voy; vosotros juzgais segun la carne;

es decir, vosotros no consultais sino las apqrienci as,

vosotros

no

dais oídos sino

a

vuestras .pasiones en

d

juicio que haceis,

y

en el testimonio que dais de los

otros. Yo doy testimonio de mi mismo , porque sé

T

~

quien

(a) Joan

8.