SEñOR
NUESTRO.
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había de volver
a
la Nacion su primer lustre
y
magni–
ficencia: por esto Jesu-Christo se representa
a
si
mis~
mo sobre un Trono,
y
establece
a
los
Ap~stoles
los
principales de su Corte. Solo hace mencion de las do–
ce Tribus, porque en ellas se encerraba toda la
Na–
cion;
y
baxo esta Nacion entiende el" Señor todos los
hotnbres, así como por el cien doblado aun en esta. -
vida, entiende aquella p·az del alma: que es sobre los
sentidos, aquellas consolaciones interiores, aquellas
bendiciones espiri tuales y aun temporales , de que son
colmados los que habiendolo dexado todo por Dios, .
siguen
a
Jesu-Christo,
y
viven
seg~n · su
espíritu, sus
•
I
•
consejos
y
sus max1mas.
Como el número de los que creían en J esu-Chris–
to se aumentaba cada dia, la envidia
y
el ódio de los
Sacerdotes, de lo_s Escribas 'y Fariséos se i::iflamaba
mas
y
mas cada dia. Habiendo ido el Salvador al
Tem–
plo,
la
tomaron otra vez con él los Fariséos; pero bien
presto quedaron confundidos.
(a)
Habiendo. dicho
Jesus que el era la luz del mundo ' y que los que
le
siguen caminan siempre con luz
y
de dia
~
le dixeron
los Fariséos:
Tú
das testimonio de ti mismo ,
y
asi tu
testirnonio no debe ser recibido. Respondi'óles J estis:
Aunque Yo doy testimonio de mi , mi testimonio es
legitimo, porque yo sé de donde he veniao
ya
donde
voy; pero vosotros no sabeis , ni de donde he veni–
do ' ni
a
donde voy; vosotros juzgais segun la carne;
es decir, vosotros no consultais sino las apqrienci as,
vosotros
no
dais oídos sino
a
vuestras .pasiones en
d
juicio que haceis,
y
en el testimonio que dais de los
otros. Yo doy testimonio de mi mismo , porque sé
T
~
quien
(a) Joan
8.