DE
VOTOS.
el amor
Cié
fa
pobreza evangélica :
Ut
quid perditio
Santo.
htec
~
2Para qué desperdiciar
esto?~
No se podía ven-
der,
y
el
dinero que se sacára darlo
a
los pobres? 2No
se diría que
es
la pura caridad quien lo hace hablar asfr
que este Discípuló solo piensa cómo aljl,!iar
las
ne–
cesidades de los pobres?Sin embargo,no
es sino
la ava-
ricia la que lo hace murmurar;
y
quien le obliga
a
hacer
esta representacion,es el deseo de hurtar aquel dinero.
No . era tan compasivo con los pobres como parecía;
sino que habiendo
yá
resuelto entregar
a
su buen ·
'
-
Maestro,
y
ponerlo en manos de sus
enemigos
por
treinta dineros de plata, hubiera deseado que se hu- ·
hiera vendido aquel precioso licór , esperando, que
corriendo por sn cuenta el pequeño caudal de aque–
lla pobre familia ,
se
le hubiera confiado aquella
su–
ma ,
y
hubiera podido echarla la mano. El vicio
y
la virtud tiene las mas veces el mismo lenguage ;
y
nos engañamos con mucha facilidad , teniendo ·por
virtud lo que no
es
sino vicio. Ninguna cosa contra-·
hace mejor
a
la buena conciencia, que la 'falsa ; mo–
tivos de reHgion, razones ·de piedad, pretextos de
caridad
y
.de zelo, nod@ se · pone en práética , todo
se emplea para asegurar, para aquietar, para des-,
lumbrar,para engañar.
¡~1ámas
gentes, que no obran
sino por pasion,
se
lisongean que no bbran sino por
motivo de virtud
!
¡~ámas gent~
son el juguete de
su depravado corazon ,
y
de stt falsa conciencia!
~ando
b
corrupcion del corazon ha ganado
d
es–
píritu , bien presto está pervertida la
concie11cia ~,.
~anto
es
mayor
y
mas vasto el entendimiento, tán–
~ o
es la ilusion mas incurable ; nunca el erroi· es mas
pernicioso , que qúando es efeéto de la malicia del
Tom. III.
F
f
co-