6ó
."ABRIL.
cípulos; que recomendáron su Aula , men1orablcs entre
·otras San Braulio .,
y
San lldefonso.
No satisfecho su zelo con tantos ,
y
tan graves cuida–
dos , crey'éndose nacido para utilidad de todos , salia no
pocas veces por los Pueblos ,
y
Ciudades
á
predicar la pa.-.
labra de Dios ,
y
á
animar
a
los
Fieles al servicio del Se–
ñor con sü doctrina, consejos ,
y
exhortaciones. A los que
no podía ilLlsuar su presencia , lo hacia por emisarios ,
y
escdtos, sin que ·huviese Pueblo alguno
que no partici–
pase de los beneficios de su caridad ,
y
zelo Apostólico.
Era el
Angel
de paz en todas las discordias, tan respeta–
do de los Reyes ,
y
Príncipes , que venerándole como
á
su Santísimo !)adre, obedecían sus disposiciones con suma
devociun ;
en
una pllabra , tenido como el oráculo de
su
siglo , concurrian de todas las partes del n1undo doctos,
nobles '
y
plebeyos á oir su celestial doctrina'
á
ver las
.1naravillas que obraba Dios por su fiel siervo ,
y
á
ser sa-
110S de las_ enfermedades, que padecian los
enfenuos~
Pasó
á
Roma
á
ruegos de San Gregario Magno, tanto pa-
ra satisfacer los eseos que tenia dé ver á nuestro Santo\ co-
.
1110 para tratar negocios útiles
á
]a Iglesia : :rué recibido
de aquel Papa verdaderamente grande,
y
de todos los Car–
·denales con bs den1ostraciones de honor,
y
reverencia que
son posibles. Pasmados todos de ver
á
un
hon1bre de tan
eminente virtud , proftmda,
y
vasta sabiduría, no cansa–
dos de ver,
y
admirar sus talentos ,
y
santidad, solo sintié–
ron que llegase el tiempo de que se ausenuse de la
Capi~
tal del orbe aquel oráculo que le seria tan útil.
Su zelo, siempre activo,
y
siempre infatig.1ble por con–
servar Ja Fe,
y
establecer las n1ejores reglas de la Discipli–
na Eclesiástica, le .hizo celebrar
a
os Concilios, que
lo
fué–
ron el segnndo Hispalense ,
y
quarto de · Toledo: al tiempo
que convocó aquel, vino á Sevilla un Obispo Sirio de
Nacion , llamado Gregario antesignano de
la
Heregía de l
los Acephalos, hon1bre soberbio , orgulloso, pronto en pa–
raloxismos , .
y
.agudo en las disputas , que como un rápi–
do rio havia · arrebatado
á
no pocos en el abismo de su
error , separándoles del gren1io de
la
Iglesia. Creyó que
po-