D 1A III.
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MED 1 T AC I O N.
'De la dulzura de
la
.
Penitencia.·
PUNTO PRIMERO.
C~msidera
, que se forma una falsa idéa de la peni–
tencia , quando se concibe llena de amargura ,
y
de disgus·
tos. La corteza es amarga , pero el fruto es dulce. Pué:.
dese á lo n1énos COlnparar con las aguas del Mará , cuya
amargura se convirtió
'11
un gusto grato y suavísimo , luego
que Moysés sumergió en ellas aquel leño, figura de la Cruz
del Salvador. (
Exod.
1
5. )
Los sen
ti
dos , las pasiones , el
amor propio encuentran á la verdad en la penitencia aspe–
reza,
y
desabrimiento; mas
el
alma, que es
la
que única..
mente la
toma bien er gusto ' la experimenta llena_de una
exquisita
dulzu.ra.¿Qué cosa n11as dulce , qué gusto tuas delicioso , qué
alegría mas ll ena , ni mas sólida que la paz de Dios , la
qual , comó se explica el Apóstol ,
excede
á
todo
sentido~
( Philip.
4 · )
Pues esta dulcísima paz es fruto de la peni–
tencia. Formemos concepto de esta dulzura , cotejándola
con los penetrantes remordimientos de una conciencia de–
Iitlqüente , con.aquellas inquietudes que despedazan el alma,
con aquellos mortales sobresaltos , frutos naturales ,
y
ne~
- cesarios del pecado.
¡Qué gozo no causa en todo ·el Reyno una aninestia
ó perdon general del Soberano! ¡Qué consuelo el de un hijo
1;ebelde , quando sábe que su padre le ,ha
perdo1;1ado ~ .Pues
no es menor el que experimenta una alma verdaderamente
n1ortificada ,
y
penitente : cada acto de mortificacion es
como twa nueva prenda del perdon de sus pecados ; es
llna bien fundada presuncion de que el Señor la ha resti...
tuido á su gracia. Las espinas sirven de · defensivo no mé-
nos al fruto que
á
la flor ; pero sin comunicarles sus pun..
tas. Por mas que los sentidos se estremezcan , por mas que
se queje el
amor
proprio, gusta
el
alma una exquisita dul-
.G
Zll-4